Táctica, disciplina y convivir con familiares en la concentración ayudó a que el equipo de Marruecos este en las semifinales de la Copa Mundial.
El volante marroquí Sofiane Boufal (izquierda) celebra con su madre tras la victoria 1-0 ante Portugal en los cuartos de final del Mundial.
En los cuatro meses que lleva como técnico de Marruecos, Walid Regragui tomó una serie de decisiones que explican por qué se convirtieron en la primera selección de fútbol de África que alcanzó una semifinal de la Copa Mundial.
Primero se aseguró recuperar a los emblemas del equipo que estaban pelados con Vahid Halilhodzic, el extécnico marroquí.
Y el otro factor, principal, las madres de los jugadores.
ACOMPAÑADOS POR MAMÁ
Más allá de cualquier táctica, Regragui entendió el concepto de tener un buen ambiente en el seno de la selección, una sensación de identidad.
El técnico de 47 años, con el aval de la federación marroquí, decidió que sus jugadores estén en la concentración con sus mamás.
Tras cada logro histórico de la selección en este Mundial, los festejos tuvieron como protagonistas a las progenitoras, una figura muy influyente en la cultura árabe.
Después de transformar el penal decisivo para eliminar a España en los octavos de final, el lateral Achraf Hakimi, una de las figuras del equipo, corrió a besar y abrazar a su madre, que estaba en la primera hilera de las butacas del estadio Education City.
La escena se repitió la noche del sábado en el Al Thumama luego que Marruecos doblegó 1-0 a Portugal. El volante marroquí Sofiane Boufal se puso a bailar con su madre en el césped. “Las emociones que el fútbol genera te ponen loco. Tener el apoyo de tu familia es lo más importante”, manifestó Boufal.
La selección norafricana apenas había ganado dos de sus 16 previos partidos en cinco mundiales antes de Qatar. Su mejor resultado habían sido los octavos de final en México 1986.
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