En un potente discurso en el Palacio San Calixto, Francisco renovó su llamado a los movimientos populares a luchar por la justicia social. Además, criticó a los ricos que no pagan impuestos y pidió un cambio estructural para combatir la inequidad.
El Papa Francisco se reunió en el Vaticano con representantes de los movimientos sociales de distintos países en el marco de los diez años del primer encuentro.
El Santo Padre ofreció el viernes 20 de septiembre un emotivo discurso en el encuentro con los movimientos populares en el Palacio San Calixto, organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con motivo del décimo aniversario de su primera reunión con estos grupos. En el corazón de su mensaje, centró la conversación en las tres "T": Techo, Trabajo y Tierra. Desde sus primeras intervenciones como Pontífice, insistió en que estos tres elementos no son solo necesidades humanas básicas, sino "derechos sagrados" que deben ser garantizados para todas las personas.
"De la acción comunitaria de los pobres de la tierra depende no solo su propio futuro, sino tal vez el de toda la humanidad." (Papa Francisco)
Inspirado por la enseñanza de Jesús y la opción preferencial por los pobres, Francisco destacó que estos derechos están enraizados en el Evangelio y deben ser defendidos por todos los cristianos. No es solo una cuestión de caridad, sino de justicia. "Si el pueblo pobre no se resigna, el pueblo se organiza", afirmó, recordando que los movimientos populares no deben rendirse ni resignarse frente a la injusticia.
Un llamado a la lucha por la justicia social
El sucesor de Pedro no se limitó a alabar a los movimientos populares por su acción comunitaria y su perseverancia, sino que también les recordó la importancia de la protesta activa y la necesidad de seguir denunciando las estructuras de injusticia. "Ustedes no se achican, ustedes van al frente", dijo, elogiando su capacidad de resistir incluso en las circunstancias más precarias. Además, les pidió que no se conformen con protestar, sino que sigan construyendo obras concretas y trabajando para cambiar las realidades injustas que sufren los más pobres.
Francisco junto a los movimientos sociales, rememorando la primera reunión que se hizo en 2014 en el Vaticano.
El Obispo de Roma advirtió que la lucha por la justicia no es fácil y que muchas veces los esfuerzos de los movimientos populares son obstaculizados, no solo por la falta de recursos, sino también por la persecución y la indiferencia de quienes detentan el poder. Sin embargo, aseguró a los participantes que el futuro depende de ellos: "De la acción comunitaria de los pobres de la tierra depende no solo su propio futuro, sino tal vez el de toda la humanidad".
Crítica directa a los ricos y poderosos
Uno de los puntos más destacados del discurso fue la crítica directa del vicario de Cristo a los ricos y su responsabilidad en la desigualdad mundial. En un tono firme y sin titubeos, lamentó la actitud de aquellos que, guiados por la avaricia, se oponen a políticas que buscan la justicia social y la redistribución de la riqueza. "El diablo entra por los bolsillos", advirtió, en referencia a la corrupción que muchas veces afecta tanto a los gobiernos como a los empresarios.
"Tierra, Techo y trabajo; derechos sagrados que deben ser garantizados para todas las personas". (Papa Francisco)
Del mismo modo, instó a los ricos a pagar más impuestos y a no ver su fortuna como un símbolo de éxito personal, sino como una oportunidad para contribuir al bien común. Reiteró que la acumulación insaciable de riqueza no es una virtud, sino un vicio que perpetúa la pobreza y la inequidad en todo el mundo. También enfatizó que "los pobres no pueden esperar" y que es urgente tomar medidas para corregir las injusticias estructurales que benefician a los más poderosos a expensas de los más necesitados.
El peligro de la indiferencia y el descarte
Otro tema clave en el discurso fue el llamado de atención sobre la indiferencia que se instaló en muchas sociedades. Francisco señaló que la "cultura del descarte", donde los más vulnerables son marginados y tratados como desechables, es una de las principales causas de la desolación y la violencia en el mundo actual. "O es la armonía de la justicia social o es la violencia después de la desolación", afirmó, advirtiendo que la falta de acción para corregir las desigualdades solo traerá más caos y sufrimiento.
Francisco junto a los participantes del encuentro de movimientos populares.
Un llamado a la compasión y la fraternidad
Al finalizar su discurso, Jorge Bergoglio hizo un llamado a la compasión, no como un acto de caridad superficial, sino como una verdadera empatía que nos conecta con el sufrimiento del otro. "La justicia social es inseparable de la compasión", subrayó, invitando a todos a compartir los bienes de la creación con aquellos que tienen menos. En este sentido, también apeló a los ricos para que compartan no solo como un acto de limosna, sino desde un lugar de fraternidad genuina y solidaria.
“Los pobres no pueden esperar. Si los movimientos populares no reclaman, si ustedes no gritan, las cosas van a ser más difíciles." (Papa Francisco)
Esperanza
El mensaje del Pontífice es un grito de esperanza y una exhortación a no rendirse en la lucha por la justicia. Las tres T: Techo, Trabajo y Tierra, siguen siendo el centro de su mensaje, un recordatorio de que la dignidad humana no es negociable. Pero también es un desafío para todos, ricos y pobres, a vivir con compasión y solidaridad, a compartir los bienes de la tierra y a trabajar juntos por un mundo más justo.
Francisco nos deja con una pregunta que, más allá de la retórica, es un llamado a la acción concreta: ¿Estamos dispuestos a compartir lo que tenemos para construir una sociedad donde todos tengan lo necesario para vivir dignamente?
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