Texto Inédito de Francisco: El Papa que Habló de la Muerte… Días Antes de Morir
- Canal Vida
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Fue su última confesión escrita. En sus propias palabras, el Santo Padre anticipó lo inevitable. “La muerte no es el final”, dejó dicho. Hoy, ese texto inédito se convierte en testamento espiritual. Y estremece al mundo.

7 de febrero de 2025. Mientras los médicos ya veían señales de alarma en su cuerpo, Francisco, con su puño firme, firmaba lo que sería su última reflexión escrita sobre la muerte.
El prólogo del libro "En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez" del cardenal Angelo Scola, se transformó ahora en un texto profético, estremecedor, y brutalmente humano.
“La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo.”
Esa frase, lanzada como un susurro desde el corazón del Vaticano, retumba ahora como un eco sagrado entre millones de fieles que aún lloran su partida.

EL PAPA QUE NO LE TEMÍA AL FINAL
Francisco escribió esas líneas apenas siete días antes de ser internado en el Hospital Gemelli. Dijo que la muerte era un “nuevo inicio”. Que la eternidad ya se comienza a vivir “en las actividades cotidianas, en quienes aman”. ¿Lo sabía? ¿Se despedía?
“No debemos temer a la vejez”, escribió también, y agregó: “Decir ‘viejo’ no es decir ‘desechado’. Es decir sabiduría, experiencia, discernimiento”.

En una sociedad donde todo se descarta, Francisco elevó su voz para rehabilitar la dignidad del anciano. Lo hizo con ternura, pero también con vehemencia. Y lo hizo pocos días antes de que su propia vida comenzara a apagarse o reiniciarse.

LOS ABUELOS COMO FAROS DE UN MUNDO AGITADO
En ese texto, ahora sagrado, el Papa rescató también el rol de los abuelos. Los llamó “faro en medio de la tormenta”, “memoria viva”, “luz frente a una sociedad dedicada a lo efímero y a las apariencias”.
Mientras el cuerpo del Papa es velado en la basílica de San Pedro, las palabras que escribió cobran otra dimensión. No son solo pensamientos. Son legado. Son advertencia. Son consuelo.

UNA DESPEDIDA QUE AHORA LEEMOS CON LÁGRIMAS
“Incluso la vejez se convierte en una edad de vida si acogemos con gratitud el tiempo en que disminuyen las fuerzas.”
Esas líneas, leídas hoy, ya no son solo parte de un prefacio. Son testamento emocional del pastor que abrazó al mundo con misericordia.
Y concluye con una imagen estremecedora. El Papa recuerda su primer gesto con Scola, al vestir el hábito blanco tras el Cónclave:
“Me gustaría repetir ese abrazo… ahora, ambos mayores… unidos por la gratitud hacia este Dios amoroso que nos ofrece vida y esperanza a cualquier edad.”
EL BRILLO DEL FINAL Y DEL COMIENZO
No fue solo un Papa. Fue un abuelo espiritual. Y como todo abuelo, nos dejó palabras que brillarán incluso cuando ya no esté.
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