La responsabilidad social es fundamental para abordar la problemática de los más de 100 millones de refugiados provocados por las guerras, manifestó monseñor Paul Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, en el congreso “Con los refugiados en la encrucijada de la historia”.
Mueren alrededor de 200 soldados ucranianos por día.
Los conflictos bélicos en distintas partes del mundo, sumado a la situación de Ucrania, hizo actualmente que hubiese más 100 millones de refugiados que huyeron por la guerra; del mismo modo, millones de personas a abandonan sus hogares obligados por el hambre, cambio climático y crisis económicas; temas que fueron tratados en el congreso “Con los refugiados en la encrucijada de la historia" que se desarrolló ayer organizada por la Universidad Gregoriana de Roma (Italia) y contó con la participación del secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Gallagher.
VER EL SUFRIMIENTO EN EL MIGRANTE
Monseñor Paul Gallagher estuvo hace 15 días recorriendo Ucrania, enviado por el Papa Francisco.
"No sirve de nada frenar el fenómeno de las migraciones forzadas, ni siquiera gobernarlas", explicó el padre Camillo Ripamonti, presidente del Centro Astalli, pero destacó que la perspectiva que hay que abordar tiene que ver con humanizar a quienes deben dejar sus hogares: "hay que pensar en los rostros y las historias de las personas obligadas a huir, y las causas que provocan estos enormes movimientos humanos, como el comercio de armas".
Para monseñor Gallagher los grandes movimientos humanos son ineludibles e inherentes a la propia naturaleza del hombre, "pero no se puede pensar en abordar un problema tan complejo sin voluntad política, generosidad y espíritu de solidaridad".
DISCRIMINACIÓN Y ACOGIDA
Estar con los refugiados en la encrucijada de la historia significa salir de las lógicas de la emergencia y dar respuestas estructuradas a los fenómenos migratorios.
Sin embargo, incluso en Europa, donde los principios democráticos y de respeto de la persona humana son considerados piedras angulares, aumentan los episodios de discriminación, incluso contra quienes huyen de la guerra.
“Es necesario dar un nuevo impulso en las distintas sociedades a un ‘gran sentido de responsabilidad para ayudarnos mutuamente en el afrontar esta cuestión”, indicó el funcionario vaticano.
EL FIN DE LA GUERRA NO GARANTIZA LA PAZ
El prelado Paul aseguró que concluir con una guerra no significa que se termina con un conflicto, para ello se debe actuar en las causas profundas que lo provocaron: “las desigualdades, los crímenes contra la Creación, la inseguridad alimentaria”, es lo que se debe abordar, según monseñor Gallagher.
“El don de la paz es siempre un regalo que hay que acoger, y lo que está ocurriendo hoy en Europa debe impulsarnos a renovar la cultura de la convivencia, la capacidad de aceptar al otro en toda su diversidad”, explicó el religioso, e indicó que es la única manera de hacer frente a una “tormenta perfecta” que exige una acción integral por parte de los responsables de las naciones, sin perder nunca de vista a los más vulnerables.
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