"Cada uno de nosotros podemos amar al otro como Cristo nos amó; es tan simple el camino de la santidad", subrayó Francisco en la ceremonia de canonización de diez beatos.
Titus Brandsma, Lázaro conocido como Devasahayam, César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Justin Maria Russolillo, Carlos de Foucauld, Marie Rivier, María Francisca de Jesús Rubatto, Maria di Gesù Santocanale y Maria Domenica Mantovani llegaron a los altares en una ceremonia de canonización oficiada el 15 de mayo por el Papa Francisco quien destacó, ante más de 50 mil fieles que se congregaron en la plaza San Pedro, que los nuevos santos realmente amaron, que "significa servir y dar la vida".
"Servir es no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad… Dar la vida, es salir del egoísmo para hacer de la existencia un don", subrayó el Obispo de Roma, al tiempo que indicó que el Señor tiene un proyecto de amor para cada uno de los fieles "que tienen que seguir ese camino de santidad".
Asimismo, indicó que la santidad "no está hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano", por lo que el camino a la santidad es simple, "podemos amar al otro como Cristo nos amó". "Somos nosotros los que complicamos el camino a la santidad, el Señor tiene un sueño para nuestras vidas", expresó Bergoglio.
Del mismo modo, Francisco recordó el Evangelio de hoy que Jesús entregó “a los suyos antes de pasar de este mundo al Padre, palabras que expresan lo que significa ser cristianos: «Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros» (Jn 13,34)”. Este es el testamento que Cristo nos dejó -dijo el Papa- el criterio fundamental para discernir si somos verdaderamente sus discípulos o no: el mandamiento del amor.
"Servir es no anteponer los propios intereses, desintoxicarse de los venenos de la avidez y la competición, combatir el cáncer de la indiferencia y la carcoma de la autorreferencialidad… Dar la vida, es salir del egoísmo para hacer de la existencia un don."
DIOS NOS AMÓ PRIMERO
Este es el anuncio central en la profesión y en las expresiones de nuestra fe -afirmó el Papa- y «no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero» (1 Jn 4,10). No lo olvidemos nunca, aseveró, es un amor “que no hemos merecido”, sin embargo “somos amados”. "El mundo quiere frecuentemente convencernos de que sólo valemos si producimos resultados, el Evangelio nos recuerda la verdad de la vida: somos amados", manifestó.
“Hicimos de la santidad una meta inalcanzable, la separamos de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta”
El Papa indicó que esta verdad nos pide una conversión en relación con la idea que a menudo tenemos sobre la santidad. A veces, -dijo- insistiendo demasiado sobre nuestro esfuerzo por realizar obras buenas, erigimos un ideal de santidad basado excesivamente en nosotros mismos, en el heroísmo personal, en la capacidad de renuncia, en sacrificarse para conquistar un premio. Es una visión a veces demasiado pelagiana de la vida, de la santidad, afirmó.
LA SANTIDAD NO SE SEPARA DE LO COTIDIANO Francisco señaló que “hicimos de la santidad una meta inalcanzable, la separamos de la vida de todos los días, en vez de buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta”, y afirmó que ser discípulos de Jesús es caminar por la vía de la santidad y, ante todo, dejarse transfigurar por la fuerza del amor de Dios.
“El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar. Por eso Jesús dice —y he aquí el segundo aspecto— «así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros». Este así no es solamente una invitación a imitar el amor de Jesús, significa que sólo podemos amar porque Él nos amó, porque da a nuestros corazones su mismo Espíritu, Espíritu de santidad, amor que nos sana y nos transforma”, destacó.
"La santidad no está hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano. Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia."
SERVIR DANDO LA VIDA El Papa en su homilía indicó que dar la vida no es sólo ofrecer algo, como por ejemplo dar algunos bienes propios a los demás, "sino darse uno mismo, salir del egoísmo para hacer de la existencia un don, estar atentos a las necesidades de quienes caminan a nuestro lado, gastarnos por quienes tienen necesitad, tal vez también de ser escuchados, de nuestro tiempo, de una llamada".
Reliquias de los nuevos santos.
"Dar la vida es darse uno mismo a los demás."
LA SANTIDAD HECHA DE AMOR COTIDIANO
El Santo Padre junto al presidente de Italia, Sergio Mattarella.
“La santidad no está hecha de algunos actos heroicos, sino de mucho amor cotidiano. Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos, luchando por la justicia de tus compañeros, para que no se queden sin trabajo, para que tengan siempre el salario justo.... Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales", exclamó el vicario de Cristo y señaló: "este es el camino de la santidad, siempre mirar a Jesús en los demás".
Por último, el sucesor de Pedro destacó que los nuevos santos vivieron de ese modo, "se desgataron por el Evangelio y abrazaron con entusiasmo su vocación —de sacerdote, de consagrada, de laico—, se convirtieron en reflejos luminosos del Señor en la historia".
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