Las imágenes religiosas no son simples papeles o figuras, son emblemas de fe. En la era digital, las estampitas mantienen su vigencia, pero ¿qué hacer con ellas cuando se deterioran?
Es común en América Latina que cada persona lleve en su bolso, billetera, una estampita de un santo o advocación mariana.
Las estampitas son más que simples imágenes impresas. Nacen como instrumentos de devoción y fe, pequeños recordatorios de la presencia divina o de la intercesión de los santos.
A lo largo de los años, se convirtieron en un complemento esencial en las prácticas religiosas, siendo distribuidas en celebraciones, misas y eventos especiales.
LA REINA DE LAS ESTAMPITAS
Aunque la variedad es amplia, hay estampitas que sobresalen en popularidad. Entre las más veneradas y distribuidas se encuentra la imagen de la Virgen María.
Su figura, en sus distintas advocaciones, es sin duda la más buscada y compartida entre los fieles.
RESPETO ANTE TODO
Es natural que con el tiempo, estas imágenes se desgasten o deterioren. Sin embargo, no es adecuado simplemente desecharlas. Una imagen no es venerada por lo que es físicamente, sino por lo que simboliza. Si la estampita está en buen estado pero ya no deseas conservarla, una alternativa es donarla. Conventos, parroquias o incluso otros fieles estarán dispuestos a darle un nuevo hogar.
DETERIORO IRREPARABLE
En el caso de que el desgaste sea tal que la imagen ya no puede ser reparada, es necesario destruirla con el debido respeto.
Si es de papel u otro material combustible, la recomendación es quemarla y depositar sus cenizas en la tierra. Este acto no solo evita un posible uso inapropiado de la imagen deteriorada, sino que también es una muestra de reverencia hacia lo que representa.
ALTERNATIVAS PARA LAS QUE NO PUEDEN QUEMARSE
No todas las estampitas se pueden reducir a cenizas. En esos casos, una opción es donarlas a la parroquia. Estas imágenes religiosas, e incluso palmas benditas, pueden tener un segundo propósito: ser utilizadas en el Miércoles de Ceniza.
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