El Papa en su último día del "peregrinaje penitencial" en Canadá visita Iqaluit en el extremo norte para pedir disculpas al pueblo Inuit por las atrocidades cometidas por la Iglesia en las escuelas residenciales católicas.
Iqaluit tiene una temperatura media de -9 grados centígrados.
Luego de seis días de un itinerario intenso el Papa Francisco concluye su visita a Canadá —“peregrinaje penitencial”— en Iqaluit, la capital “blanca” de Nunavut, gobernado por el pueblo originario Inuit.
Por primera vez el Pontífice viaja al extremo norte, en el Ártico, a una localidad de 7.500 habitantes, un lugar que estuvo deshabitado hasta 1942 cuando surgió una base militar de Estados Unidos.
El pueblo tiene la particularidad que no tiene un solo semáforo, sin caminos ni trenes que le conecten con el mundo exterior. Su única iglesia católica sirve a feligreses de al menos cinco continentes.
PERDÓN
El Pontífice finaliza la visita a Canadá centrada en el perdón a los pueblos nativos abusados psíquica y físicamente que asistieron a escuelas residenciales católicas desde finales de los 1800 hasta 1970.
Dado el propósito de la visita papal, los sentimientos sobre la misma son mixtos en Iqaluit, entre los líderes Inuit y también en muchos fieles de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción.
La comunidad Inuit —que forma más de la mitad de la población de la ciudad— tiene un torbellino de emociones. Existe gratitud por el hecho de que exista una disculpa.
“Espero que esto nos impulse a movernos adelante como inuit, al punto en que digamos: ’Sí, tuvimos muchos problemas en el pasado, pero debemos seguir adelante'”, indicó uno de los organizadores de la visita papal a Iqaluit.
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