El obispo Joaquín Robledo estremeció almas con una homilía que demandó justicia social y esperanza en la segunda jornada del novenario en honor a la Virgen de Caacupé. "La paz es más que la ausencia de conflicto, es una tarea permanente", sentenció.
Monseñor Robledo clamó por una sociedad libre de corrupción, violencia y desigualdad en su potente homilía. ‘La paz es una tarea permanente’, sentenció frente a cientos de fieles en Caacupé". (Fotografía: Facebook / Conferencia Episcopal Paraguaya)
En el marco del segundo día del novenario a la Virgen de los Milagros de Caacupé, monseñor Joaquín Robledo, obispo de San Lorenzo, ofreció una homilía que caló hondo en los fieles congregados en la explanada de la Basílica. Bajo el tema “La paz, la justicia y la comunión como signos de esperanza”, instó a trabajar incansablemente por la paz social, destacando que esta solo puede alcanzarse a través de una justicia sólida y equitativa.
“La paz es más que la ausencia de conflicto; es una necesidad permanente en nuestras familias, comunidades y en la vida política del país”, afirmó Robledo, que vinculó la paz a la justicia y aseguró que, sin esta última, el sueño de una sociedad armónica es imposible de lograr.
Desafíos graves y heridas sociales
La homilía también puso el foco en las heridas profundas que atraviesa la sociedad paraguaya, como la violencia doméstica, la corrupción y, especialmente, la desaparición de niñas, niños y adolescentes.
El prelado citó datos alarmantes: en los últimos dos años, más de 2.600 menores fueron reportados como desaparecidos, una cifra que calificó como “un clamor que exige justicia”.
El obispo denunció con vehemencia la explotación de los más vulnerables y la indiferencia hacia las comunidades indígenas que viven en extrema pobreza. “La corrupción no solo perpetúa la exclusión de los más pobres, sino que es un abuso de poder que causa sufrimientos indecibles”, enfatizó. En sus palabras, llamó a los feligreses a ser agentes de cambio, fomentando una cultura de cuidado y solidaridad.
La justicia como exigencia divina
Robledo no dejó dudas sobre el rol de la Iglesia en la búsqueda de justicia. “La justicia no es solo un mandato humano, es una exigencia del Reino de Dios. Promoverla es un deber cristiano, tanto en nuestras comunidades como en las políticas públicas que rigen la vida de todos los paraguayos”, subrayó.
En su llamado, resaltó el valor de la comunión como un acto de fraternidad cristiana que puede derribar muros y construir puentes. Mencionó ejemplos concretos, como las acciones de jóvenes y adultos que limpian cauces de agua y reparan puentes, símbolos de esperanza y trabajo conjunto.
Un llamado a ser signos de esperanza
En los momentos finales de su homilía, el obispo instó a los fieles a ser "peregrinos de esperanza", tomando acción desde la fe para transformar la realidad. “Cuando defendemos la vida, la familia y la educación en valores, estamos promoviendo la justicia. Estas son las señales que nos invitan a construir un mundo más justo y solidario”, concluyó.
Un mensaje que resuena
Con una multitud emocionada, las palabras de monseñor Robledo no solo señalaron los problemas, sino que encendieron una chispa de esperanza y acción en la comunidad. Su homilía se erigió como un llamado urgente para que la paz y la justicia no sean solo ideales, sino compromisos inquebrantables.
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