En el marco de la festividad de santa Ana y san Joaquín, el Papa invitó a la multitud que participó de la primera misa que celebró en la visita a Canadá, a honrar y cuidar a los adultos mayores. "Gracias a ellos descubrimos una fe familiar que se comunica a través del afecto y la cercanía", subrayó.
En el camino de reconciliación de la Iglesia con los pueblos originarios de Canadá, el Papa en la tercera jornada de la visita pastoral celebró la primera misa pública en el estadio “Commonwealth” de Edmonton, ante más de 50 mil fieles que lo recibieron calurosamente, a quienes exhortó a “ser hijos de una historia que hay que custodiar” y “artesanos de una historia que hay que construir”, en referencia a la fiesta litúrgica de hoy de Santa Ana y san Joaquín, abuelos de Jesús.
En un día soleado, con una temperatura agradable de 23 grados, desde muy tempranos los feligreses se acercaron hasta la cancha de fútbol utilizada para los partidos de la liga canadiense. Allí, alrededor de las 10.45 (hora local), ingresó Francisco en el papamóvil para recorrer el predio y saludar a la multitud que lo esperó. Luego se dirigió al altar para celebrar la Eucaristía, de la que también participaron autoridades civiles, y miembros de las comunidades indígenas canadienses.
EL PERDÓN, CAMINO A LA PAZ
Phil Fontaine, antiguo jefe de la Asamblea de las Primeras Naciones y víctima de un internado, exhortó a la multitud a perdonar en un discurso pronunciado antes de la llegada de Francisco: “nunca lograremos la sanación y la reconciliación sin el perdón”, declaró. “Nunca olvidaremos, pero debemos perdonar”, destacó.
El Pontífice recibió un caluroso recibimiento de la multitud que lo espero en el estadio de Edmonton.
CUIDAR LAS RAÍCES
La importancia de los afectos, de las relaciones sociales para el desarrollo de las personas, son valores que hay que proteger, tanto como los ambientes familiares en los que se desarrollan los seres humanos.
En esa línea el Papa indicó que la historia de cada individuo “no la elegimos, sino que la recibimos como un regalo; y es un regalo que estamos llamados a custodiar”. Y con ello hizo referencia al libro del Eclesiástico: «la descendencia» de los que nos han precedido, su «rica herencia» (Si 44,11).
Una multitud participó de la Santa Misa celebrada por el Papa Francisco.
Y agradeció con afecto a los abuelos porque gracias a ellos muchos logran conocer la fragancia del Evangelio y la fe de una familia doméstica: “Gracias a nuestros abuelos recibimos una caricia de parte de la historia que nos precedió; aprendimos que la bondad, la ternura y la sabiduría son raíces firmes de la humanidad. Muchos de nosotros hemos respirado en la casa de los abuelos la fragancia del Evangelio, la fuerza de una fe que tiene sabor de hogar. Gracias a ellos descubrimos una fe familiar, doméstica; sí, porque la fe se comunica esencialmente así, se comunica ‘en lengua materna’, se comunica a través del afecto y el estímulo, el cuidado y la cercanía”.
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