Francisco aseguró que los adultos mayores hacen mucho bien a los jóvenes, y los rescatan "de la tentación de un conocimiento del mundo triste".
“Los ancianos, que experimentaron tantas cosas en sus vidas, nos enseñan que aún hay esperanza para el amor y la fe, ya que nos protege del desencanto”, indicó Francisco en la audiencia pública del miércoles 25 de mayo en su ciclo de catequesis sobre la vejez, en esta ocasión disertó a la luz del Libro del Eclesiastés o Qohélet (2,17-18; 12,13-14).
Al presentar su décima primera reflexión sobre “La sabiduría y el valor de la vejez”, ante una plaza San Pedro repleta de fieles, el Santo Padre señaló que, “en una primera lectura este breve libro impresiona y deja desconcertado por su famoso estribillo: «Todo es vanidad», todo es ‘niebla’, ‘humo’, ‘vacío’. Sorprende encontrar estas expresiones, que cuestionan el sentido de la existencia, dentro de la Sagrada Escritura”.
“El conocimiento que nos exime de la moralidad, al principio parece una fuente de libertad, de energía, pero pronto se convierte en una parálisis del alma.”
En realidad, explicó el Pontífice, la oscilación continua de Qohélet entre el sentido y el sinsentido es la representación irónica de un conocimiento de la vida que se desprende de la pasión por la justicia, de la que el juicio de Dios es garante. Y la conclusión del Libro indica el camino para salir de la prueba: “teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal”.
"Pidamos al Señor que nos preserve del desencanto y nos conceda la sabiduría y el buen humor de los ancianos para no dejar nunca de trabajar por la justicia", expresó el Santo Padre en la audiencia general del 25 de mayo. (Fotografía: Vatican Media)
NO RESISTIR A LA VEJEZ
En ciertos momentos el camino de la indiferencia puede parecer el único remedio para una dolorosa desilusión. Puede surgir una especie de intuición negativa que puede presentarse en cada etapa de la vida, pero no hay duda de que la vejez hace casi inevitable el encuentro con el desencanto. Y por tanto la resistencia de la vejez a los efectos desmoralizantes de este desencanto es decisiva: si los ancianos, que ya han visto de todo, conservan intacta su pasión por la justicia, entonces hay esperanza para el amor, y también para la fe.
“La acedia, enfermedad del alma, es la rendición al conocimiento del mundo sin más pasión por la justicia y la acción consecuente.”
Esta desmoralización de la vida, precisó el sucesor de Pedro, quita el deseo de buscar la “verdad”, que se limita a registrar el mundo, al fluir del tiempo y al destino de la nada. “De esta forma la búsqueda moderna de la verdad se ve tentada a despedirse totalmente de la pasión por la justicia. Ya no cree en su destino, en su promesa, en su redención”, aseguró el Obispo de Roma, y agregó que para nuestra cultura moderna, que al conocimiento exacto de las cosas quisiera entregar prácticamente todo, la aparición de esta nueva razón cínica – que suma conocimiento e irresponsabilidad – es un contragolpe muy duro. “El conocimiento que nos exime de la moralidad, al principio parece una fuente de libertad, de energía, pero pronto se convierte en una parálisis del alma”, subrayó.
El Santo Padre expresa su felicidad junto a dos niños que lo acompañaron en el "Papamóvil". (Fotografía: Vatican Media)
ACEDIA, LA ENFERMEDAD DEL ALMA
El Santo Padre dijo que, Qohélet, con su ironía, ya desenmascara esta tentación fatal de una omnipotencia del saber que genera una impotencia de la voluntad.
Asimismo, afirmó que los monjes de la más antigua tradición cristiana identificaron esta enfermedad del alma, que de pronto descubre la vanidad del conocimiento sin fe y sin moral, la ilusión de la verdad sin justicia. La llamaban “acedia”. No es simplemente pereza. No es simplemente depresión. Más bien, es la rendición al conocimiento del mundo sin más pasión por la justicia y la acción consecuente.
El 25 de mayo en la Argentina se conmemora el Día de la Revolución, por eso en esta fecha patria el Papa le envió un cordial saludo a sus compatriotas presentes en la plaza San Pedro y "a todo el pueblo argentino". (Fotografía: Vatican Media)
SOCIEDAD DEL CANSANCIO
El vacío de sentido y de fuerzas abierto por este saber, que rechaza toda responsabilidad ética y todo afecto por el bien real, no es inofensivo. No solamente le quita las fuerzas a la voluntad del bien: abre la puerta a la agresividad de las fuerzas del mal. Son las fuerzas de una razón enloquecida, que se vuelve cínica por un exceso de ideología.
De hecho, con todo nuestro progreso y bienestar, nos convertimos verdaderamente en una “sociedad del cansancio”. Teníamos que producir bienestar generalizado y toleramos un mercado sanitario científicamente selectivo. Teníamos que poner un límite infranqueable a la paz, y vemos sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas.
La ciencia progresa, naturalmente, y es un bien. Pero la sabiduría de la vida es otra cosa, y parece estancada.
Un grupo de migrantes ucranianos se reunió con el Pontífice luego de la catequesis. (Fotografía: Vatican Media)
MUNDO PSEUDO
Finalmente, el Santo Padre dijo que esta razón irresponsable también quita sentido y energías al conocimiento de la verdad. “No es casualidad que la nuestra sea la época de las fake news, de las supersticiones colectivas y las verdades pseudo-científicas. En esta cultura del saber, del conocer y de la precisión, se difundió tanta ‘bujería culta’, que nos llevan a una vida de supersticiones”, destacó.
“¡Los ancianos llenos de sabiduría y humor hacen mucho bien a los jóvenes! Los salvan de la tentación de un conocimiento del mundo triste y sin sabiduría. Y los devuelven a la promesa de Jesús: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados»”, concluyó.
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