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La Iglesia que Sana al Mundo

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 5 horas
  • 6 Min. de lectura
Cada 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Pero pocos saben que, detrás de millones de atenciones médicas, clínicas, dispensarios y hospitales, están las manos silenciosas de monjas, sacerdotes y misioneros que hacen de la salud una misión divina. Desde el Vaticano hasta las selvas de América Latina, la Iglesia Católica sigue curando cuerpos... y almas.
 
Día Mundial de la Salud
La Iglesia y su atención a los más necesitados.

El Día Mundial de la Salud fue establecido en 1948 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para celebrarse cada 7 de abril, fecha en la que entró en vigor su Constitución. Desde entonces, es una jornada dedicada a crear conciencia sobre los problemas sanitarios que enfrentan los pueblos. Sin embargo, lo que no todos recuerdan en esta efeméride es que, desde mucho antes de que existiera una OMS, ya había una red mundial de atención médica sostenida por la Iglesia Católica.

 
Pedro Kriskovich
 
Congregaciones que salvan vidas

Las grandes desconocidas del mundo moderno son las congregaciones religiosas dedicadas al cuidado de los enfermos. ¿Quién recuerda hoy que fueron los cristianos los que inventaron el hospital como lo conocemos? En la actualidad, son miles las comunidades católicas que tienen como carisma específico la atención de los enfermos. Entre ellas:


Ellas no aparecen en los rankings de Forbes. No hacen campañas millonarias. Pero todos los días salvan vidas. Y muchas veces, hasta ofrecen la única mano que un moribundo puede sostener.


Salud
Las Misioneras de la Caridad entregan su vida por los moribundos en las calles de distintas ciudades del mundo.
El Vaticano también tiene su hospital

En el corazón del catolicismo se encuentra el Hospital Universitario Agostino Gemelli, en Roma. Su nombre tal vez te suene: allí fue internado en varias ocasiones el Papa Francisco, y antes que él, también san Juan Pablo II.


Gemelli
Hospital Gemelli, en su frente la icónica imagen de san Juan Pablo II, a quien le salvaron la vida allí cuando atentaron contra su vida en 1981.

Este nosocomio es mucho más que un centro médico. Es una institución con formación católica, vinculada a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, y se convirtió en un referente de medicina y bioética.


El Gemelli no es solo un lugar de élite. En sus pasillos se combinan la ciencia de vanguardia con una atención profundamente humana. En su lema resuena el corazón del Evangelio: “Cuidar a la persona entera: cuerpo y espíritu”. Allí trabajan profesionales laicos y religiosos que entienden que cada paciente no es un número de cama, sino un hijo de Dios.


Salud
Las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús se especializan en salud mental, y en América están presentes en Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia y Brasil.
El brazo invisible de la Iglesia en América

En América Latina, la acción de la Iglesia en materia de salud es enorme. Se calcula que más de 26.000 centros de salud católicos operan en el continente. Desde hospitales urbanos hasta postas sanitarias en la Amazonía o en las sierras, miles de religiosas, médicos misioneros y voluntarios actúan donde ni el Estado llega.

Por ejemplo:

  • En Colombia, los hospitales de las Hermanas Dominicas del Rosario salvaron miles de vidas en zonas de extrema pobreza.


  • En México, las Hermanas Josefinas ofrecen atención médica gratuita a madres solteras y sus hijos.


  • En Paraguay, el Instituto de Previsión Social colabora con hospitales católicos gestionados por la Iglesia en comunidades rurales.


  • En Argentina, los Hogares San Camilo atienden con dedicación a enfermos terminales, ancianos y personas con discapacidad.


A menudo sin recursos, pero con una fe inquebrantable, estos centros atienden a quien llega, sin preguntar religión, nacionalidad ni situación legal. El Evangelio se hace medicina.

 
GIN
 
Bioética y compasión: la fórmula del Vaticano

Uno de los grandes desafíos del siglo XXI es cómo integrar los avances médicos con una visión cristiana del ser humano. La Santa Sede, a través de la Pontificia Academia para la Vida, fue pionera en defender una bioética que respeta la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural.


Mientras algunos laboratorios juegan a ser Dios, el Vaticano insiste: “no todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable”. En medio de debates sobre la eutanasia, el aborto o las terapias genéticas, la Iglesia levanta una bandera que no es retrógrada, sino profética: la vida es sagrada.


Y no se queda en el discurso. La Red de Hospitales Católicos del mundo entero aplica esta bioética en cada sala de terapia intensiva, cada quirófano y cada cama donde alguien sufre.

 
Casa Betania
 
Los Papas: pastores... y pacientes

La preocupación por la salud no es ajena a los sucesores de Pedro. San Juan Pablo II, quien sufrió Parkinson y fue hospitalizado varias veces, convirtió su fragilidad en un testimonio heroico. Su imagen temblorosa en silla de ruedas conmovió al mundo: enseñó que la vejez y el dolor también son parte de la santidad.


Benedicto XVI, al renunciar en 2013, dio un mensaje claro sobre la importancia de cuidar la salud física y mental.


Y el actual Francisco, en sus tres internaciones en el Hospital Gemelli, nunca detuvo su misión. Desde su lecho, siguió enviando bendiciones, firmando documentos, grabando mensajes, y hasta impartiendo el Ángelus desde su ventana hospitalaria.


"La enfermedad es una escuela de amor", dijo Francisco en el Jubileo de los Enfermos. Porque solo quien es cuidado con ternura, aprende a cuidar con misericordia.

 
Mariano Mercado
 
La salud como misión evangelizadora

La Iglesia no ve la salud como un fin en sí mismo, sino como parte de su misión de evangelizar. Jesús curaba, sí, pero también perdonaba. Restauraba cuerpos, pero sobre todo resucitaba almas.


Por eso los hospitales católicos no son solo centros clínicos: son espacios donde se ora, se confiesa, se celebra la misa, se unge a los enfermos. La medicina y el espíritu trabajan juntos.

En palabras del Papa Francisco:

“Un cristiano que no se interesa por los que sufren no es un verdadero discípulo de Cristo. El hospital es una catedral de la compasión”.

Padre Aldo Trento
Aldo Trento, el sacerdote italiano residente en Paraguay hasta su muerte, que en cada enfermo vio a Jesús.
El Hospital donde Dios abraza a los moribundos

En el corazón de Asunción, donde muchos ven abandono, un sacerdote vio a Cristo en los moribundos. 


La Clínica Casa de la Divina Providencia "San Riccardo Pampuri", fundada en 2004 por el inolvidable padre Aldo Trento, no es un hospital común: es un santuario del sufrimiento redimido, donde enfermos terminales de cáncer y sida, abandonados por el mundo, reciben cuidados con dignidad, amor y fe.


Desde allí, este sacerdote italiano convirtió la salud en un acto de caridad radical. Con su obra, que también incluye hogares para niños huérfanos y escuelas para los más pobres, Trento levantó un pequeño reino del cielo en la tierra paraguaya, donde la medicina y la oración se entrelazan en cada habitación.


Hasta su muerte en diciembre de 2024, fue el apóstol de los desahuciados, un testigo vivo del Evangelio que no sólo curaba cuerpos, sino también almas rotas.



La Iglesia, presente en los cinco continentes

Los números no mienten:📌 Más de 5.000 hospitales en el mundo son gestionados por instituciones católicas.📌 Hay más de 16.000 dispensarios médicos en regiones remotas, dirigidos por laicos y religiosos.📌 Más de 600 congregaciones religiosas tienen entre sus carismas la atención médica.


Desde Uganda hasta Haití, desde Papúa Nueva Guinea hasta la selva brasileña, la presencia de la Iglesia se manifiesta allí donde el sistema sanitario falla.


Misioneros como los Padres Camilos, las Hermanas Canossianas, o los Hermanos de San Juan de Dios siguen siendo los cirujanos del alma y el cuerpo.


Salud, enfermo

Cuidar la vida, curar el alma

El Día Mundial de la Salud no debería ser solo una fecha institucional. Para la Iglesia Católica, es una jornada para recordar que cada cuerpo que sufre es Cristo crucificado. Que la salud no es solo un derecho humano, sino un don divino.


Mientras algunos miran estadísticas, la Iglesia sigue mirando rostros. Mientras algunos hacen negocios con el dolor, miles de religiosas lavan los pies de los moribundos en silencio.


En un mundo donde todo se mide en rendimiento, la Iglesia sigue apostando por el cuidado: no solo de la salud física, sino de esa salud mayor, la del alma.

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