La banalización del dolor frente al adiós a Francisco

Mientras miles lloran y rezan frente al cuerpo del Papa en la basílica de San Pedro, otros levantan el celular para tomarse selfies. La banalidad irrumpe en el dolor, y la despedida sagrada se transforma, para algunos, en un triste espectáculo. ¿Dónde quedó el respeto?

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El féretro del Papa Francisco en la basílica San Pedro.

Mientras miles de fieles desfilan con respeto por la nave central de la basílica de San Pedro, un fenómeno perturbador empaña el sentido profundo de la despedida: personas tomándose selfies junto al féretro del Papa Francisco. Teléfonos en alto, sonrisas congeladas, poses estudiadas… como si se tratara de una atracción turística y no del cuerpo sin vida de un pastor que consagró su existencia a servir.

Sacarse una foto con su cuerpo inerte no es homenaje, es espectáculo. No es fe, es ego.

La imagen de quienes se fotografían junto al féretro no solo resulta dolorosa, es una bofetada al silencio y la reverencia que exige este momento sagrado. El lugar donde tantos rezan de rodillas, entre lágrimas, es también hoy escenario de frivolidad. ¿Qué clase de memoria se intenta capturar? ¿Dónde quedó el respeto por la muerte, por el misterio, por la fe?

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Francisco no fue un ídolo pop, fue un Papa que miró a los ojos a los más olvidados, que predicó con gestos silenciosos y pidió a todos "hacer lío, pero con misericordia". Sacarse una foto con su cuerpo inerte no es homenaje, es espectáculo. No es fe, es ego.

Este no es un show. Es una despedida. Es el último adiós al hombre que lavó los pies a presos, abrazó a trans y besó las heridas de los descartados. Francisco merece un final en paz. Sin filtros. Sin poses. Solo con oración, gratitud y lágrimas verdaderas.