La Astilla Que Sostuvo a Cristo Está en Paraguay
- Canal Vida
- hace 2 días
- 4 Min. de lectura
Un trozo de madera que, según la tradición, tocó la carne del Hijo de Dios clavado en la cruz. Una reliquia perdida entre incendios, guerras y siglos de silencio, que volvió a ver la luz en un museo de Asunción. ¿Mito, fe o milagro? Esta es la historia secreta del Lignum Crucis en Paraguay: el fragmento de la cruz donde Cristo murió… y donde, según muchos, sigue hablando.

Jesús no dejó huesos. No dejó cabello. Dejó una cruz. Y esa cruz se convirtió en el símbolo de todo.
Clavos, espinas, sudor, sangre…El madero donde colgó el Salvador del mundo es, para millones, el altar del amor más puro que haya existido. Pero ¿qué fue de ella?

ELENA, LA EMPERATRIZ QUE DESENTERRÓ EL CIELO
Según la tradición, fue santa Elena, madre del emperador Constantino, quien la encontró en el siglo IV, durante una peregrinación a Jerusalén.
Tres cruces fueron desenterradas. Una mujer enferma tocó una… nada. Tocó otra… nada. Tocó la tercera… y sanó. Esa era la cruz de Cristo.
Desde ese día, el Lignum Crucis comenzó a recorrer el mundo, fragmentado, venerado, cuestionado… pero nunca ignorado.

DE ROMA... A ASUNCIÓN
Pocos saben que Paraguay guarda una de estas reliquias. Está escondida en pleno centro de Asunción, en el Museo Eclesiástico “Juan Sinforiano Bogarín”.

Dos astillas. Pequeñas. En un relicario de oro y plata, filigrana artesanal, protegido por vidrio.
El regalo fue enviado desde Roma en 1556 por el Papa Paulo IV, y traído por el obispo Pedro Fernández de la Torre. Era un regalo para la primera diócesis del Río de la Plata. Un pedazo del madero donde murió Dios.
OLVIDADA. OCULTA. REDESCUBIERTA.
Durante años estuvo en la Iglesia de la Encarnación. Luego en la catedral. Se perdió entre guerras, incendios, saqueos.
La carta de autenticidad… desapareció. El relicario… quedó dado vuelta dentro de otro. Pasaron siglos.
Hasta que alguien lo abrió. Y lo vio. Estaba ahí: el Lignum Crucis. Enterrado no en tierra… sino en olvido.

¿VERDADERA O FALSA?
La pregunta inevitable:¿Es auténtica?
El padre Hugo Fernández, director del museo, responde con firmeza:
“Los registros de 1806 y 1858 la mencionan. La fe no siempre necesita certificados.”
Y tiene razón. La cruz de Cristo nunca fue solo madera. Fue Sangre. Silencio. Amor. Y el alma del creyente no se arrodilla ante carbono 14… se arrodilla ante el misterio.

DE JERUSALÉN AL CORAZÓN DEL MUNDO
El Lignum Crucis está en:
La Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén (Roma)
Notre Dame (Francia)
Santiago de Compostela (España)
San Juan (Malta)
México
Estados Unidos
Y… Paraguay.
Un país pequeño. Pero con una reliquia gigante. Una astilla que une Sudamérica con el Gólgota.
UNA DEVOCIÓN QUE ARDE
Cada 3 de mayo, en Paraguay, se celebra Kurusu Jegua: la Exaltación de la Santa Cruz. Una fiesta popular, religiosa, devocional. Donde la cruz no es símbolo de muerte… sino de esperanza.
Y el Lignum Crucis, en su relicario brillante, resplandece como un sol callado.
La gente no lo toca. Pero muchos afirman que cuando lo miran… sienten que el tiempo se detiene.

CIENCIA VS FE
Durante siglos, los escépticos se burlaron:—“¡Hay suficientes astillas como para armar un barco!”
Pero estudios modernos desmienten la burla. Historiadores y teólogos serios afirman que, incluso con todas las reliquias sumadas, ni se alcanza la cantidad de madera que tendría una cruz romana.
La duda puede ser legítima. Pero la fe, cuando es genuina, no necesita ver para creer.
¿POR QUÉ SIGUE IMPORTANDO?
Porque la cruz no terminó en el Calvario.
Cada vez que alguien perdona, ama, se entrega…la cruz vuelve a erigirse.
Y cada vez que un fiel se arrodilla frente a esa astilla… Está recordando el momento en que el cielo se partió por amor.
UN MUSEO QUE GUARDA SIGLOS
El Museo Juan Sinforiano Bogarín no es un depósito de objetos viejos. Es un santuario del alma paraguaya.

Allí están las casullas, los cálices, los cuadros, las cartas, los santos de madera tallada. Y en el centro…la cruz. Silenciosa. Firme. Como lo fue en el Gólgota.

UNA ASTILLA. UN PAÍS. UN MILAGRO
Paraguay es un pueblo marcado por la fe. Y aunque pocos lo sepan, una astilla de la cruz más sagrada de la historia reposa en su capital.
Muchos caminan por Comuneros y Yegros sin saber que, detrás de un vidrio, una pieza del madero donde murió Jesús los está esperando.
No grita. No brilla. Pero sigue hablando.

ABRAZAR LA CRUZ
La cruz no se explica. Se abraza. Y el Lignum Crucis —aunque pequeño, astillado, oculto—sigue llevando sobre sí el peso de un Dios que eligió morir por amor.
En un rincón de Asunción, entre vitrinas y oración, una astilla sostiene una fe que no envejece. Porque en ese pedazo de madera…sigue latiendo el corazón de Cristo.
Comments