El Santo Padre subrayó, en un encuentro con jóvenes y niños, que el amor salva y que su falta tiene consecuencias importantes. "El amor de Dios nos hace crecer hacia la plenitud”, destacó.
“Dios nos conoce a cada uno por nuestro nombre y rostro”, aseguró Francisco a una multitud de niños y jóvenes que recibió el sábado 14 de enero en el aula Paulo VI, provenientes de la Asociación Comunitaria Papa Juan XXIII, fundada en 1968 por el sacerdote italiano Oreste Benzi, con el objetivo de ayudar a las personas marginadas de la sociedad.
El Papa señaló que cada uno de los infantes presentes tiene su propio nombre, es un individuo único a quien Dios conoce por su nombre. “Cada persona es un hijo único de Dios, y un hermano o hermana de Jesús”, expresó.
Asimismo, agregó que quienes asisten a los niños también están llamados a mirar a cada uno de ellos con los ojos de Dios.
MIRADA DE AMOR
El Obispo de Roma en su alocución aseguró que Dios mira sobre todo al corazón, y ve a cada persona en su plenitud, nos ve a “imagen de Jesús, su Hijo único, y con su amor nos ayuda a parecernos cada vez más a Él. Jesús es el hombre perfecto, es la plenitud de lo humano, y el amor de Dios nos hace crecer hacia esa medida plena, hacia la plenitud”.
Del mismo modo, el Santo Padre expresó que la sonrisa es un signo que muestra cuando una persona es tomada con amor, es mirada con la mirada de Dios.
Al hablar de la figura del padre Benzi, creador de las "casas de familia", el Papa les dijo era un sacerdote que miraba a los niños y a los jóvenes con los ojos de Jesús, con el corazón de Jesús.
“Y estando cerca de los que se portaban mal, de los que se descarriaban, comprendía que les faltaba el amor de un padre y de una madre, el afecto de hermanos y hermanas”, manifestó.
OBRA DE AMOR
El sucesor de Pedro afirmó que Oreste, con la fuerza del Espíritu Santo y la implicación de las personas a las que Dios dio esta vocación, comenzó esta experiencia de hospitalidad a tiempo completo, de compartir la vida; y de ahí nació lo que él llamó la "casa familia".
Una experiencia que se multiplicó en Italia y en otros países, y cuyo objetivo es el de acoger en casa a personas que se convierten realmente en sus propios hijos regenerados por el amor cristiano.
La Asociación Comunitaria Papa Juan XXIII es una entidad internacional de fieles de derecho pontificio, se esfuerzan por compartir sus vidas con los pobres y oprimidos, viviendo con ellos las 24 horas del día.
DARSE AL PRÓJIMO
Francisco concluyó animando a los niños a responder al amor que recibieron tanto con la oración como con el deseo de compartir ese amor con los demás.
“Dios escucha tus oraciones por la paz, aunque no lo parezca. Creemos que Dios concede la paz inmediatamente, incluso hoy. Él nos lo da, pero depende de nosotros acogerlo en nuestro corazón y en nuestra vida”, subrayó.
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