"No debemos aspirar a cosas terrenas, somos personas que estamos de paso y nuestro lugar es el cielo", asegura el padre Rafael de Tomás Ferrer en su reflexión de la primera lectura del día (Fil. 3, 17 – 4,1).
Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
"Nosotros somos ciudadanos del cielo."
Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
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