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Escándalo en el Sodalicio: diez expulsiones por abusos

El Papa dio un golpe firme al Sodalicio de Vida Cristiana, un influyente grupo católico peruano, expulsando a diez de sus miembros, incluidos el reconocido periodista Alejandro Bermúdez y el arzobispo emérito de Piura. Tras años de investigaciones y denuncias, el Vaticano decidió actuar ante los numerosos casos de abuso físico, espiritual y de poder que empañan la historia de este movimiento fundado en 1971.
 
Sodalicio

Monseñor José Antonio Eguren Anselmi (izq.) y Alejandro Bermúdez (der.) quedaron en el ojo de la tormenta.


La Nunciatura Apostólica en el Perú anunció esta semana un hecho sin precedentes que sacudió a la Iglesia Católica: el Papa, tras una exhaustiva investigación, decidió expulsar a diez miembros del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC). Entre los nombres figuran el conocido periodista Alejandro Bermúdez, exdirector de ACI Prensa y corresponsal de la cadena católica EWTN, y el arzobispo emérito de Piura José Antonio Eguren, que a fines de agosto se reunió con el Pontífice. Esta decisión marca un antes y un después en la lucha contra los abusos dentro de la Iglesia.

 
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Una historia marcada por la polémica

El Sodalicio de Vida Cristiana, fundado en 1971 por el laico Luis Fernando Figari en el Perú, surgió como un movimiento católico de inspiración conservadora, en respuesta al auge de la Teología de la Liberación.


Figari, quien también fue expulsado del Sodalicio en 2018, fue apodado "el Maciel peruano" debido a las similitudes de su caso con el del mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Desde sus inicios, el SVC adoptó una apariencia de fervor religioso y disciplina, atrayendo a muchos jóvenes y familias.


Figari

El Vaticano expulsó en agosto a Luis Fernando Figari del Sodalicio de Vida Cristiana.


Sin embargo, las sombras comenzaron a oscurecer su imagen en 2015, cuando salió a la luz el libro "Mitad monjes, mitad soldados", escrito por los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz. La obra recogía testimonios de al menos 30 exintegrantes que denunciaban abusos físicos, psicológicos y sexuales cometidos por Figari y otros líderes del movimiento. Estas revelaciones dieron inicio a una profunda crisis que empañó la imagen del Sodalicio y puso en tela de juicio su verdadero carisma.

 
Pedro Kriskovich
 
Un largo proceso de investigación

La decisión del Santo Padre no fue improvisada. En 2018, el Vaticano intervino al Sodalicio tras las denuncias de abuso. Luego, en 2023, se llevó a cabo una "Misión Especial" liderada por el arzobispo maltés Charles Scicluna, reconocido por su labor en investigaciones de abuso en la Iglesia, y por el sacerdote español Jordi Bertomeu. Durante los meses de julio y agosto, la misión investigó a fondo las acusaciones contra el Sodalicio, escuchando a las víctimas y analizando pruebas.


Eguren

Monseñor Eguren visitó en agosto al papa Francisco. Desde las redes sociales del movimiento expresaron "la gratitud de los sodálites por el apoyo y la cercanía paternal que nos brinda (el Papa) en este tiempo de renovación". Un mes después expulsó al prelado.


Las acusaciones y la respuesta del Vaticano

Las denuncias que condujeron a la expulsión de los diez miembros del Sodalicio son graves y variadas. Según el comunicado oficial de la Nunciatura, los casos incluyen:

1. Abuso físico, incluyendo episodios de sadismo y violencia.

2. Abuso de conciencia, con métodos sectarios destinados a quebrar la voluntad de los subordinados.

3. Abuso espiritual, instrumentalizando información obtenida en el fuero interno no sacramental o durante la dirección espiritual.

4. Abuso de cargo y autoridad, incluyendo hackeos de comunicaciones y acoso laboral.

5. Abuso en la administración de bienes eclesiásticos.

6. Abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo.


Esta amplia variedad de acusaciones demuestra un patrón sistemático de abusos y manipulación que no solo afectó a individuos, sino que también dañó la integridad de la misión eclesial. La decisión del Obispo de Roma fue clara y categórica: la expulsión de los implicados era necesaria para marcar un precedente y mostrar el compromiso de la Iglesia con la justicia y la protección de las víctimas.

 
Mariano Mercado
 
Los expulsados y su impacto

Entre los diez expulsados se encuentran figuras prominentes del Sodalicio, incluidos:

- El ex superior general Eduardo Antonio Regal Villa.

- El arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren Anselmi.

- Los ex superiores regionales, Rafael Alberto Ismodes Cascón y Erwin Augusto Scheuch Pool.

- Los ex formadores, Humberto Carlos Del Castillo Drago, Oscar Adolfo Tokumura, y Daniel Alfonso Cardó Soria.

- Los ex miembros incorporados, Ricardo Adolfo Trenemann Young y Miguel Arturo Salazar Steiger.

- El periodista Alejandro Bermúdez Rosell, quien fue director de ACI Prensa y cuya expulsión generó un impacto significativo en la comunidad católica internacional.


El comunicado de la Nunciatura concluye con un mensaje del Papa, quien junto a los obispos del Perú expresó su dolor por los hechos y pidió perdón a las víctimas. Asimismo, instó al Sodalicio a iniciar un camino de justicia y reparación.


Libro

Pedro Salinas, en su libro "Mitad monjes, mitad soldados", revela las atrocidades que realizaban miembros del Sodalicio a otros integrantes.


Voces de las víctimas: una búsqueda de justicia

Las víctimas del Sodalicio lucharon durante años para que se haga justicia. José Enrique Escardó Steck, uno de los primeros denunciantes de los abusos cometidos por miembros del SVC, calificó la expulsión como un "acto de encubrimiento". A través de la plataforma X (anteriormente Twitter), manifestó que la decisión del Vaticano parece más un intento de limpiar la imagen de la Iglesia que una verdadera búsqueda de justicia para las víctimas. Para él, esta medida no repara el daño ni aborda el problema de fondo.



Una sociedad de vida apostólica bajo la lupa

El Sodalicio de Vida Cristiana surgió con el carisma de formar jóvenes en la fe católica, promoviendo una vida basada en la austeridad, la disciplina y la entrega a Dios. Sin embargo, tras las denuncias y las investigaciones, se reveló un lado oscuro: un sistema de abuso de poder, manipulación y violación de los derechos humanos bajo una fachada religiosa.


El escándalo del Sodalicio no es un caso aislado. Se suma a una serie de denuncias que sacudieron a la Iglesia Católica en las últimas décadas, relacionadas con la violación sistemática de la confianza de los fieles. Las revelaciones sobre abusos en el SVC no solo provocaron una profunda herida en las víctimas, sino que también en la fe de muchos creyentes.

 
Gin
 
Un movimiento que se tambalea

La expulsión de los miembros más prominentes del Sodalicio plantea preguntas sobre el futuro del movimiento. ¿Podrá reformarse y recuperar su misión inicial? ¿O está destinado a desaparecer bajo el peso de los escándalos?


El Sodalicio fue conocido por su influencia en diversas esferas, incluyendo la política, la economía y los medios de comunicación. Ahora, tras estas expulsiones, su estructura interna y su presencia en la sociedad quedan en entredicho. El camino hacia la reparación y la justicia para las víctimas será largo y difícil.



La decisión

La decisión del Papa de expulsar a estos miembros refleja su compromiso con la tolerancia cero frente a los abusos. Francisco tomó medidas firmes en otros casos similares, y esta expulsión es una señal clara de que el Vaticano está dispuesto a actuar contra quienes dañan la integridad de la Iglesia y sus fieles.

 
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Un llamado a la verdad y la justicia

Este caso del Sodalicio de Vida Cristiana pone en evidencia la necesidad de una profunda revisión en las estructuras eclesiales y en la forma en que se abordan los casos de abuso. La expulsión de estos diez miembros es solo un paso en el proceso de sanación y justicia. Las voces de las víctimas deben ser escuchadas y sus testimonios deben impulsar cambios reales en la Iglesia.


El dolor y el sufrimiento no se borran con una decisión administrativa, pero el acto del Papa Francisco muestra una disposición a enfrentar el problema con valentía y a llamar a las comunidades católicas a un compromiso renovado con la verdad, la justicia y la protección de los más vulnerables.

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