Francisco, antes del Ángelus de hoy, indicó que el Señor pide seguirlo y vivir según el Evangelio para ingresar en la vida eterna.
“Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará”. Francisco al recordar estas palabras de Jesús en el Evangelio de hoy (Lc. 13, 22-30) explicó, antes del Ángelus y frente a una multitud congregada en la plaza San Pedro, que para ingresar en la vida de Dios hay que vincularse con Él y su Palabra.
“Pertenecer a Jesús implica seguirle, comprometer la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de sí mismo como hizo Él.”
En esa línea el Pontífice indicó que cada persona es libre de escoger el camino que quiere seguir: el más simple, que sintetiza todo en el egoísmo, o la puerta estrecha que pone en crisis el individualismo y ayuda a ingresar en el proyecto de vida que Dios propone e implica limitar el espacio del egoísmo, reducir la arrogancia de la autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del orgullo. “Vencer la pereza para correr el riesgo del amor, incluso cuando supone la cruz”, destacó el Santo Padre.
PUERTA ABIERTA A TODOS
Para entrar en la ciudad, había que “medirse” con la única puerta estrecha que permanecía abierta, del mismo modo, señaló Francisco, la vida del cristiano es una vida “a medida de Cristo”, fundada y moldeada en Él.
Cabe indicar, explicó el sucesor de Pedro, que la puerta estrecha no significa que está destinada a pocas personas, sino porque “pertenecer a Jesús implica seguirle, comprometer la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de sí mismo como hizo Él”.
LIMITARSE
El Pontífice manifestó que para entrar en el proyecto de vida que Dios hay que limitar el espacio del egoísmo, reducir la arrogancia de la autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del orgullo.
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