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El Santo que Murió por no Comer

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 11 horas
  • 3 Min. de lectura
La historia escalofriante de san Sabas el Godo, el joven que prefirió el martirio antes que tocar un bocado ofrecido a falsos dioses.
 
San Sabas
Por no querer comer alimentos de los dioses, fue arrojado al agua.

Era joven. Era cristiano. Y vivió en el momento histórico más temido por los fieles: cuando decir que uno seguía a Cristo equivalía a una sentencia de muerte. En plena Capadocia (región semiárida en Turquía central), bajo la brutal persecución de Atanarico, el rey de los godos, un humilde creyente se alzó como un gigante de la fe. Su nombre era Sabas (334-372), y su historia es una de las más radicales, valientes y estremecedoras de toda la antigüedad cristiana.

 
Pedro Kriskovich
 
CUANDO COMER ERA APOSTASÍA

La Pascua había pasado. Los cristianos habían celebrado en secreto la Resurrección, escondidos en grutas, cuevas y bosques. El ambiente era tenso. Atanarico había ordenado que todo aquel que se negara a honrar a los dioses paganos, sería castigado sin clemencia. Y el método de prueba era, según se cuenta, perverso en su simplicidad: ofrecer comida sacrificada a los ídolos. Quien comiera, vivía. Quien se negara, moría.


El joven Sabas, ya bautizado, firme en su fe, rechazó los alimentos inmolados tres días después de la Pascua. Sabía lo que eso significaba. Pero lo hizo igual. "No puedo comer lo que ha sido dedicado a los demonios", habría dicho según antiguos relatos.


Sabas
El santo que no quiso comer las ofrendas a los falsos dioses.
EL PRECIO DEL "NO"

Lo que vino fue brutal. Sabas fue arrestado. Lo ataron, lo golpearon, lo desnudaron y lo azotaron sin piedad. Quisieron quebrarlo por hambre, por frío, por miedo. Pero no gritó. No renegó. No se quebró.


Los testimonios aseguran que los soldados se burlaban de su juventud, le decían que aún podía salvarse si tan solo aceptaba una miga de pan. Pero él se negó.

 
GIN
 
LA TUMBA EN EL RÍO

Ante la negativa persistente, Atanarico ordenó su muerte. Lo arrojaron al río, con las manos atadas y el cuerpo marcado por las torturas. Se perdió en las aguas, pero su fe se grabó para siempre en la historia.


Los cristianos de la época comenzaron a venerarlo como mártir. No por milagros, no por visiones, sino por el testimonio brutalmente real de alguien que prefirió morir antes que renegar de Cristo en un acto tan cotidiano como comer.


Sabas

UN EJEMPLO PARA HOY

San Sabas el Godo no levantó una espada, no predicó ante multitudes, no fundó iglesias ni escribió epístolas. Pero con su silencio, con su negativa, con su cuerpo martirizado, se convirtió en una de las voces más potentes del Evangelio encarnado.


Hoy, cuando el mundo ofrece miles de platos con apariencia inofensiva pero cargados de relativismo, ideología o indiferencia, la historia de Sabas sacude. Porque recuerda que la fe no se negocia. Y que a veces, decir que "no", es más poderoso que cualquier sermón.

 
Casa Betania
 
COMER O MORIR

En una cultura que nos grita "no seas fanático", "solo es una opinión", "comé, total nadie te ve", san Sabas responde desde el martirio: "No puedo comer lo que ha sido ofrecido a los demonios".


¡Y cuántas veces nosotros, por miedo al qué dirán, comemos ideologías, relativismos, negaciones de la verdad, por no quedar afuera, por no ser los raros, por no cargar con la cruz!


San Sabas nos recuerda que la cruz no siempre se lleva en la espalda: a veces se lleva en el estómago vacío, en la soledad de una decisión contracultural.

 
Mariano Mercado
 
SU LEGADO

Fue canonizado por aclamación popular en los primeros siglos. Su nombre figura entre los mártires de Capadocia y su testimonio fue recogido por cristianos perseguidos durante generaciones.


Hoy, en su memoria, no se celebran grandes fiestas. Pero su historia sigue golpeando corazones dormidos. Porque es el santo que no hizo ruido... salvo el que provoca su silencio atronador.


San Sabas el Godo, mártir de la fidelidad absoluta, rogá por nosotros.

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