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El Santo que Encendía Fuego en Altamar

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 1 día
  • 4 Min. de lectura

El desconocido Pedro González, que el río Paraná adoptó como propio. En Argentina lo llaman san Telmo, y lo veneran en barcos, lanchas, islas y pueblos pesqueros. Pero pocos saben que fue un fraile dominico del siglo XIII que pasó de la vanidad al barro, y del barro al altar. Protege a piratas arrepentidos, pescadores, naufragios y tormentas. Hasta tiene un fuego azul que aparece en el mar cuando se invoca su nombre. Esta es su historia olvidada y milagrosa.

 
San Telmo
Pedro González, conocido popularmente como san Telmo, es el protector de altamar.

Pedro González era joven, brillante y ambicioso. Nacido en Frómista, Castilla y León (España), hacia el año 1190, fue nombrado canónigo de Palencia con apenas 20 años. Tenía todo para triunfar en la Iglesia medieval: conexión con el poder, labia para predicar y ropa cara para lucirse.


El día que iba a celebrar su primera misa ante el rey, entró a caballo en medio de una procesión. Pero Dios lo esperaba con otra escena. El caballo tropezó y cayó, arrastrando al joven Pedro directo a una cloaca. Humillado públicamente, Pedro se encerró en silencio.


Dios le había hablado. Ese accidente fue su conversión. Entró en la orden de los dominicos, dejó los lujos, y se volvió predicador entre los pobres, presos, soldados y pescadores.

 
Pedro Kriskovich
 
EL PROTECTOR DE PIRATAS, CORSARIOS Y NAVEGANTES

Ya como fraile, Pedro viajaba por tierra y mar predicando el Evangelio. Fue confesor del rey Fernando III, pero prefería los puertos. Se instalaba entre marineros y les hablaba de fe, justicia y arrepentimiento. Con el tiempo, empezaron a suceder cosas extrañas.


Capitanes lo invocaban durante tormentas. Corsarios decían ver su figura en cubierta cuando pensaban que todo estaba perdido. En varias ocasiones, se registró que embarcaciones —incluso piratas— escaparon de ataques o naufragios tras rezar a san Telmo.


Su fama se extendió por España, Italia y el norte de África. Pero fue América la que se lo apropió para siempre.


san telmo
El protector de los mares.
EL MILAGRO ELÉCTRICO QUE NADIE PUEDE EXPLICAR

En medio de una tormenta, en la oscuridad total, marineros vieron una luz azulada sobre los mástiles, las velas, incluso sobre las puntas de los barcos. Esa llama danzante, silenciosa y magnética se conoce como el "Fuego de San Telmo".


Los científicos la explican como una descarga de plasma inducida por electricidad atmosférica. Pero los hombres del mar saben otra cosa: “Si aparece el fuego, san Telmo está con vos. No vas a morir”, dice un pescador de Tigre.


Los antiguos marinos lo consideraban señal de salvación. Algunos decían que el fuego se posaba donde debía rezarse. Otros afirmaban que veían al santo en llamas caminando sobre el mar.


En plena tormenta, el fuego de san Telmo era una promesa: “Vas a volver a casa”.

 
GIN
 
EL BARRIO SANTO DE BUENOS AIRES

Pocos lo saben, pero el barrio de San Telmo debe su nombre a este santo. En la Buenos Aires colonial, los navegantes del Río de la Plata levantaron una capilla en su honor. Era el protector de los barcos que llegaban desde España. Cuando se fundó el barrio, se lo bautizó como San Pedro González Telmo. Con el tiempo, el nombre se acortó.


San Telmo se volvió el santo olvidado que habita en mapas, iglesias y procesiones sin que muchos recuerden quién fue en realidad.


Hoy, en Corrientes, Tigre, Rosario, San Fernando y otras ciudades litoraleñas argentinas, se celebran procesiones náuticas en su honor. Lo visten con sotana negra y lo pasean en canoas, lanchas y catamaranes. Muchos no saben su historia, pero todos saben que protege.


San telmo
Procesión náutica.
UN SANTO MODERNO PARA LOS QUE DESAPARECEN EN EL AGUA

En la Argentina actual, san Telmo se invoca cuando una lancha desaparece, cuando un pescador no vuelve, cuando hay sudestadas o mareas bravas. No está en las noticias, pero está en la oración silenciosa de las madres, esposas y compañeros.


Dicen que su intercesión hizo que cuerpos aparezcan, motores se enciendan solos, y tormentas se disipen. Ningún teólogo puede probarlo, pero en las islas nadie lo duda.


Es el santo de lo invisible. El que está cuando nadie te ve. El que aparece en medio del agua, y en el alma del que reza entre el miedo y la esperanza.

 
Casa Betania
 
EL CLUB SAN TELMO Y OTROS EQUIPOS BAJO SU PATRONAZGO

En el fútbol argentino, Club Atlético San Telmo lleva con orgullo el nombre del santo. Fundado en 1904 en el barrio homónimo de Buenos Aires, nació como un club barrial entre trabajadores del puerto, muchos de ellos profundamente devotos del santo marinero. Sus primeros partidos fueron jugados a metros del río, y desde entonces san Telmo se convirtió en símbolo de fe, resistencia y pertenencia popular.


San Telmo
Club Atlético San Telmo, fundado en honor al santo.

El club adoptó el nombre no solo por el barrio, sino por la protección que los vecinos sentían que el santo les brindaba en las tormentas y las luchas cotidianas. Hoy juega en la Primera B Nacional o Nacional B y mantiene un fuerte vínculo identitario con su comunidad y con su historia.


En el mundo, aunque no existen otros clubes de fútbol profesional con su nombre exacto, varios equipos deportivos y asociaciones marítimas en España, Filipinas y el Caribe tomaron al santo como patrono, especialmente en contextos náuticos o portuarios. En Galicia, por ejemplo, aún se celebran competencias deportivas en su honor durante las festividades locales.


San Telmo no solo navega los mares: también juega en las canchas, pelea en los tablones y vive en el corazón de los barrios.

 
mARIANO mERCADO
 
EL FUEGO SIGUE ENCENDIDO

San Pedro González Telmo murió en 1246. Fue canonizado por Benedicto XIV, y su culto se expandió como llama en velero. La Iglesia confirmó su santidad, pero fue el pueblo el que lo eligió con la fe de los que viven entre agua, peligro y milagro, y lo honra cada 14 de abril.


Hoy su nombre está en barrios, altares, barcos, canciones y rezos desesperados. En cada chispa azul que aparece sobre un mástil en medio de la tormenta, un viejo marinero murmura:

“San Telmo ya está acá. Todo va a estar bien”.

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