El País Que Perdió la Fe: ¿En Qué Creen Realmente los Argentinos?
- Canal Vida
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De cuna católica a un pueblo dividido entre la cruz, los astros y los extraterrestres. La caída libre de la religión tradicional en Argentina, los nuevos ídolos invisibles y un dato que estremece a la Iglesia: los jóvenes ya no rezan.

Por décadas, Argentina fue sinónimo de fe católica. Bautismos, procesiones, parroquias repletas en Semana Santa, devociones a la Virgen, y una cultura impregnada de santos y oraciones. Pero esa fotografía cambió. Y los números no mienten: la fe se está evaporando. No del todo, pero sí de las formas tradicionales. Y lo que queda, es un crisol de creencias dispersas, supersticiones modernas, espiritualidades light y una peligrosa indiferencia.
¿La cruz? Para muchos, ya no es el símbolo principal del misterio.
Dos encuestas claves —una del Conicet de 2019 y otra más reciente de Pulsar UBA 2024, presentada a fines de marzo de este año— revelan lo que podría titularse como la autopsia espiritual de una nación que ya no cree como antes.

DE LA MISA AL MÁS ALLÁ: ¿QUÉ MUESTRAN LOS NÚMEROS?
En 1947, el 93,6% de los argentinos se declaraba católico. En 1960, el número bajó al 90,05%. Para el 2008, descendió al 76,5%, y en 2019, según el Conicet, tocó un piso histórico: solo el 62,9% de los argentinos se identificaba como católico.
Pero eso no es todo: el 18,9% dijo no tener religión y el 15,3% se declaró evangélico. Entre los jóvenes de 18 a 29 años, el catolicismo cayó aún más: solo el 52,5% se identifica como tal, mientras que el 24,7% no tiene religión y el 19,9% es evangélico.
Hay una brecha entre lo que se cree y lo que se vive. Muchos se declaran creyentes, pero no practican. Y lo más grave: el mensaje del Evangelio no transforma sus vidas.
Hoy, una nueva encuesta nacional elaborada por Pulsar UBA indica que menos del 50% de los argentinos reza con frecuencia, y casi la mitad no lo hace nunca. Solo el 23% de los jóvenes de 18 a 29 años ora todos los días. Los adultos mayores, en cambio, todavía conservan el hábito.

LA FE CATÓLICA AGONIZA EN LAS URBES
El informe del Conicet dejó una fotografía cruda: la fe católica retrocede, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y la Patagonia. Allí, los "sin religión" superan el 25% y los evangélicos crecen, especialmente en el Noreste Argentino (NEA) y la periferia urbana.
Los datos de Pulsar revelan que aunque el 76% aún cree en Dios, las prácticas están ausentes. Muchos se aferran a los milagros (dos de cada tres), pero no pisan una iglesia ni rezan con frecuencia. Hay una "fe sin comunidad", una espiritualidad sin compromiso.

OVNIS, ESPÍRITUS Y HORÓSCOPOS: EL NUEVO PANTEÓN
Los jóvenes siguen creyendo, pero en otras cosas. La encuesta de Pulsar revela que el 55% de los argentinos de entre 18 y 29 años cree que hay vida en otros planetas. Y el 41% cree en fantasmas o espíritus. ¿La cruz? Para muchos, ya no es el símbolo principal del misterio.
Además, el 82% sabe su signo zodiacal, pero muchos no conocen su grupo sanguíneo. Aunque pocos consultan el horóscopo con frecuencia (solo un 12%), los signos tienen más presencia cultural que el Credo.

¿QUÉ CAMBIÓ? ¿Y QUÉ SE PERDIÓ?
La encuesta habla claro: la educación, la urbanización y el desencanto con las instituciones religiosas aceleraron este cambio. El escepticismo, el auge del individualismo y la digitalización de la vida cotidiana hicieron que las creencias tradicionales pierdan terreno frente a una espiritualidad "a medida".
En palabras del informe: “Las nuevas generaciones no han abandonado la necesidad de creer, pero han cambiado sus objetos de fe”.
Hoy, muchos jóvenes no se confiesan con un cura. Lo hacen con un influencer. No buscan el Evangelio, sino el algoritmo. Y los templos están siendo reemplazados por las pantallas.

LA FE SIN ACCIÓN: ¿QUIÉNES SIGUEN EL EVANGELIO?
Ambas encuestas coinciden en algo escalofriante: hay una brecha entre lo que se cree y lo que se vive. Muchos se declaran creyentes, pero no practican. Y lo más grave: el mensaje del Evangelio no transforma sus vidas.
Mientras más del 60% dice creer en Dios, solo una minoría se guía por principios éticos y morales religiosos.

UN PAÍS A LA INTEMPERIE ESPIRITUAL
¿Estamos frente a una crisis? Sí. Pero más que de fe, es una crisis de sentido. Porque cuando se pierde el centro, la cultura queda a la deriva. Y lo que la Argentina está perdiendo es la brújula espiritual que forjó su historia.
La caída del catolicismo tradicional no fue reemplazada por una fe más comprometida, sino por espiritualidades desechables, teorías conspirativas y emociones sin fundamentos sólidos.
La iglesia evangélica crece, sí, pero tampoco representa una solución unánime: muchos de sus fieles transitan entre lo místico y lo terapéutico, más preocupados por su bienestar que por la cruz.

UNA NACIÓN DIVIDIDA ENTRE EL MILAGRO Y LA NADA
El informe de Pulsar UBA muestra que:
El 66% cree en los milagros
El 47% cree en la vida después de la muerte
El 41% cree en fantasmas
El 55% cree que no estamos solos en el universo
Solo el 23% de los jóvenes reza todos los días
Esta combinación da como resultado una espiritualidad fragmentada, sin doctrina y sin comunidad.

¿QUÉ PUEDE HACER LA IGLESIA?
Este panorama exige una respuesta audaz. No basta con abrir las iglesias. Hay que abrir los corazones. Los templos necesitan renovar su lenguaje, su estética, su misión. Volver a predicar con fuerza, con claridad, con compasión. Y dejar de hablar solo a los convencidos.
Es hora de escuchar a los que se fueron. De evangelizar de nuevo, desde el corazón, y no desde el ritual. Porque si la fe no toca la vida, se convierte en un souvenir del pasado.

EL ÚLTIMO LLAMADO: O VOLVEMOS A CRISTO O NOS QUEDAMOS CON EL HORÓSCOPO
La gran pregunta que deja esta radiografía es: ¿quién ocupará el vacío que deja la fe tradicional? Porque donde no hay Dios, hay ídolos. Y donde no hay cruz, hay superstición.
La Argentina creyente aún no murió. Pero está herida. Y si no hay un anuncio nuevo del Evangelio, con fuego y con verdad, quizás lo que venga no sea mejor. Sino más confusión, más desorientación y más vacío.
¿La fe está en crisis? Tal vez. Pero también es una oportunidad. Porque cuando todo se tambalea, solo queda volver al centro. Y el centro sigue siendo Él. Cristo. Resucitado. Vivo. Esperando.
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