A 32 años de su creación, el Mercosur enfrenta una crisis profunda debido a la falta de unidad entre los países miembros y la incapacidad de llegar a acuerdos para avanzar en un proyecto de integración profundo y efectivo.
Génesis: el 30 de noviembre de 1985 los presidentes de Argentina y Brasil, Raúl Alfonsín y José Sarney, respectivamente, firmaron el acuerdo de integración que sentaría las bases al nacimiento, seis años después, del Mercosur.
Por Juan Marinangeli
La creación del Mercado Común del Sur (Mercosur) en 1991 fue una esperanza para la integración regional en América del Sur. Sin embargo, después de 32 años, este proyecto se encuentra en una profunda crisis, incapaz de avanzar en acuerdos que impulsen la integración y mejoren el bienestar de las poblaciones del continente.
El objetivo original era la eliminación de barreras arancelarias entre los cuatro países miembros: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Sin embargo, con el paso de los años, la integración regional se vio limitada por la falta de unidad y la imposibilidad de llegar a acuerdos significativos.
La suspensión de Venezuela como miembro pleno del Mercosur en 2017 y la imposibilidad de Bolivia de convertirse en miembro pleno a pesar de haber firmado el tratado de adhesión, son ejemplos de la crisis que enfrenta este proyecto de integración regional.
La diferencia de polos políticos en la región genera tensiones diplomáticas que imposibilitan la construcción de un proceso de integración profundo y efectivo.
El fracaso del Mercosur no solo tiene consecuencias para la integración regional en América del Sur, sino también para la posición del continente a nivel mundial.
La falta de unidad y acuerdos entre los países miembros imposibilita el éxito de proyectos importantes, como la adhesión permanente de Brasil al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Es necesario que los Estados miembros del Mercosur reconozcan la importancia de trabajar juntos en beneficio de la región. La integración económica y política es clave para el desarrollo y el bienestar de las poblaciones del continente. Es tiempo de dejar de lado las diferencias políticas y trabajar en pos de un Mercosur sólido y unido que permita aprovechar al máximo los recursos de la región y contribuya al crecimiento de Latinoamérica.
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