El café sagrado: tradición, fe y sostenimiento de los religiosos
- Canal Vida
- 1 oct 2024
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En el Día Internacional del Café, exploramos cómo esta bebida, con un pasado marcado por tensiones religiosas y prohibiciones, se convirtió en un medio de vida y evangelización para diversas congregaciones religiosas. Desde los monjes benedictinos en Venezuela hasta marcas católicas como "Catholic Coffee", el café sigue siendo un símbolo de fe y trabajo comunitario en todo el mundo.

Para muchos el café es una pausa para la reflexión y la oración.
El café es una bebida envuelta en leyendas y tensiones religiosas desde su descubrimiento. Se dice que su origen se remonta al siglo VIII, cuando los monjes sufíes en la península arábiga lo preparaban para mantenerse despiertos durante sus oraciones nocturnas.
En sus primeros siglos, fue objeto de prohibiciones tanto en el mundo islámico como en las ciudades cristianas europeas. En 1570, el café fue prohibido en La Meca por las autoridades religiosas islámicas, quienes lo consideraban un estimulante que generaba "pensamientos radicales". Con el tiempo, esta bebida se diseminó, llegando a Europa de la mano de comerciantes judíos. Según la leyenda, Clemente VIII, al probar el café, declaró: “Esta bebida del demonio es tan deliciosa, que deberíamos engañar al diablo bautizándola”. Este acto simbólico fue el punto de partida para la aceptación del café en el mundo cristiano.

Religiosos en la ruta del café a América Latina
El café llegó a América Latina a través de la influencia de misioneros y sacerdotes católicos. En Colombia, los jesuitas introdujeron las primeras semillas en el siglo XVIII, mientras que en Guatemala y Costa Rica, frailes y sacerdotes desempeñaron un papel fundamental en el impulso de su cultivo. Desde entonces, esta bebida se convirtió en una fuente de ingresos y desarrollo para muchas comunidades.

La introducción del café por parte de los religiosos, hizo que esta bebida se convirtiera una fuente de ingresos para las comunidades.
Actualmente, varias congregaciones de América Latina y el mundo se dedican a la producción de café, un medio para sostener sus actividades y promover valores cristianos. Por ejemplo, los monjes trapenses en Venezuela cuidan de todo el proceso, desde el cultivo hasta la tostación, para vender su "Café del Monasterio" en comercios locales. Las Carmelitas Descalzas en El Salvador y las Clarisas en Honduras también cultivan café, mientras que los Hermanos de la Orden de San José en Costa Rica producen un café que sigue prácticas respetuosas con el medio ambiente.

"Café del Monasterio" es producido por los Monjes Trapenses de Venezuela.
La conexión entre el café y la vida monástica
En Venezuela, los monjes trapenses del Monasterio Nuestra Señora de Los Andes hicieron del café una parte esencial de su vida contemplativa y laboral. Bajo la regla de san Benito, "Ora et labora" (reza y trabaja), cultivan y tuestan el café que luego comercializan bajo la marca "Café del Monasterio". Este trabajo les permite no solo mantener su comunidad autosustentable, sino también apoyar a otros caficultores de la región.

Selección y cosecha del grano.
En el caso de las comunidades religiosas dedicadas a la producción de café, no solo se busca ofrecer un producto de alta calidad, sino también mantener un compromiso con los valores cristianos, la sostenibilidad y el desarrollo de las comunidades locales.

"Catholic Coffee": Fe en cada taza
La marca "Catholic Coffee" es un ejemplo de cómo los valores religiosos católicos se incorporan en la comercialización del café.

Una de las características distintivas de Catholic Cofee, es que cada paquete tiene una imagen de un santo y una reflexión.
Esta empresa estadounidense promueve la espiritualidad y los valores de la fe católica a través de su café tostado éticamente. Sus productos llevan nombres inspirados en la vida de los santos, como forma de honrar su legado y compartir historias que invitan a la reflexión.

Monje con un paquete de Catholic Coffee con la imagen del Padre Pío.
La misión de Catholic Coffee es que cada taza de café sea una oportunidad para la oración y el tiempo con Dios. Además, de cada gramo que venden un porcentaje es donado para el sostenimiento de las vocaciones sacerdotales en Estados Unidos.

Procesos y recomendaciones: los mejores cafés religiosos
Los religiosos que cultivan café suelen seguir procesos meticulosos y artesanales. Los monjes benedictinos, por ejemplo, cuidan desde la selección de las semillas hasta la recolección y el tostado, garantizando un producto de alta calidad.
De igual forma, las carmelitas descalzas y los monjes trapenses trabajan en pequeñas plantaciones, aplicando técnicas tradicionales de cultivo y procesamiento para obtener un café con sabores únicos.
Para quienes buscan probar estos cafés religiosos, algunas marcas recomendadas son:
Café del Monasterio (Venezuela): conocido por su sabor equilibrado y cuerpo robusto.
Café de las Carmelitas Descalzas (El Salvador): ofrece una experiencia suave y rica, con un enfoque en la calidad y la sostenibilidad.
Café San José (Costa Rica): producido por los Hermanos de la Orden de San José, siguiendo prácticas respetuosas con el medio ambiente.

Un café con historia y fe
Desde los monjes sufíes hasta las actuales congregaciones católicas que producen y comercializan café, esta bebida fue un medio para fortalecer la espiritualidad, la economía y el bienestar de las comunidades.
El café, más allá de ser un producto de consumo, se convierte en un instrumento de evangelización y de impacto social, siendo una puerta abierta a la reflexión, la oración y el apoyo mutuo.
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