El pecado, la misericordia y la conversión, a través del testimonio de un hombre que, desde el agnosticismo, encontró su camino hacia la vida religiosa.
El llamado de Dios es un misterio, en el momento menos pensado marca el camino para acercarse a Él.
El agnosticismo es una postura filosófica que sostiene que la existencia de Dios, o de lo divino, es incognoscible. Es decir, se sitúa en un espacio intermedio entre la fe y el ateísmo. Para un agnóstico, la divinidad puede existir, pero la comprensión humana es limitada y no puede alcanzar la certeza sobre esta realidad trascendental.
EL PECADO Y EL RETORNO A LA FE
La figura de Jesús en los Evangelios no es la de un ser pasivo ante el pecado, sino la de un llamado constante a la conversión y al abrazo de la santidad. Sin embargo, a menudo este mensaje se malinterpreta o se diluye, y se forjan visiones que desvirtúan la auténtica enseñanza del Evangelio.
Este fue el caso de Marcos —nombre ficticio del protagonista de la historia—, quien en un momento de su vida se consideró un agnóstico de facto. Su incredulidad no se basaba en una negación categórica de Dios, sino en una incapacidad para entender cómo un Dios personal podría permitir tanto sufrimiento y pecado en el mundo. Tras años de errar en un desierto de dudas, la comprensión del libre albedrío humano marcó un punto de inflexión en su camino.
LA MISERICORDIA DE DIOS Y LA CONFESIÓN
En su regreso a la fe, el arrepentimiento jugó un papel crucial. La confesión no solo representó la oportunidad de confrontar sus pecados, sino también de abrirse a la misericordia de Dios. En este acto, comprendió que un dios que no lo desafiara no podría amarlo verdaderamente. Un Dios que lo desafía, en cambio, ve en él algo digno de redención y amor.
DEL AGNOSTICISMO AL SACERDOCIO
A través de este proceso, quien alguna vez fue agnóstico encontró en sí mismo el llamado a servir a Dios en el sacerdocio. Su testimonio sirve como recordatorio del poder del arrepentimiento y del amor de Dios, que ve en cada uno de nosotros un potencial para la santidad y la eternidad.
UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN
Su historia es un llamado a la reflexión y a la acción. No se trata de buscar un dios falso que simplemente nos apacigüe, sino de buscar al verdadero Dios que nos reta, nos ama y nos invita a crecer. En sus palabras, la ignorancia voluntaria, el orgullo autodestructivo y la indiferencia serán la fuente de nuestra condenación eterna. Escuchar la voz de Cristo y buscar su misericordia, por otro lado, puede ser la fuente de nuestra salvación eterna.
UN TESTIMONIO DE FE Y CONVERSIÓN
Su conversión del agnosticismo al sacerdocio es un testimonio inspirador de cómo la comprensión del pecado y la misericordia puede cambiar vidas. La historia de este sacerdote recuerda que, sin importar cuán lejos nos sintamos de Dios, siempre existe la posibilidad de regresar a Él. Y que, a través de la fe y la confesión, podemos encontrar un camino de amor y redención.
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