La iglesia católica enfrenta una crisis vocacional en la que disminuyeron significativamente los números de consagrados y religiosos. La falta de vida espiritual, el alejamiento de la comunidad y dificultades emocionales son algunas de las razones detrás de este fenómeno.
Las órdenes religiosas atraviesan una deserción sin precedentes.
En los últimos cinco años, más de 13.000 personas abandonaron la vida consagrada, según datos proporcionados por la secretaría para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Este número abrumador desató la alarma en la Iglesia y propició reflexiones sobre las causas y posibles soluciones a esta crisis vocacional.
La vida consagrada es una de las columnas vertebrales del catolicismo: religiosos y consagrados están presentes en todo el mundo, dedicando sus vidas al servicio, la oración y la evangelización. Este camino no es fácil; requiere un profundo compromiso y años de formación que se ven amenazados por la creciente deserción.
CIFRAS QUE PREOCUPAN
El quinquenio vio la concesión de 11.805 dispensas de votos, entre indultos para dejar las órdenes religiosas, decretos de dimisiones y secularizaciones. Durante el mismo periodo, la Congregación para el Clero otorgó 1.188 dispensas de obligaciones sacerdotales y 130 del diaconado. Sumando ambas cifras, se concluye que en cinco años, la iglesia perdió a 13.123 religiosos, es decir, una media anual de 2.624,6.
Si se agregan los casos directamente tratados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, se llega a un dato seguro: por año unos 3.000 religiosos abandonaron la vida consagrada.
CAUSAS DETRÁS DE LA DESERCIÓN
El artículo firmado por monseñor José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, expone tres causas principales: ausencia de vida espiritual, pérdida del sentido de pertenencia a la comunidad y la Iglesia, y problemas de orden afectivo.
La carencia de oración personal, comunitaria y vida sacramental suele desembocar en una profunda crisis de fe, que lleva a que los votos no tengan sentido y se abandonen. Por otro lado, las críticas sistemáticas a miembros de la comunidad, la falta de diálogo y de resolución de conflictos, son algunos de los factores que propician la pérdida del sentido de pertenencia. Además, cuestiones de orden afectivo, como el enamoramiento o la ruptura del voto de castidad, llevaron a muchos religiosos a abandonar sus órdenes.
POSIBLES SOLUCIONES
Ante este escenario, monseñor Carballo propone una serie de líneas de acción, que incluyen la renovación de la experiencia con Dios como estructura fundamental de la vida consagrada y religiosa, la decisión de anteponer la calidad de vida evangélica al número de miembros o al mantenimiento de las obras, un mayor acompañamiento personalizado durante la formación inicial y los primeros años de profesión solemne, y coherencia entre la pastoral vocacional, formación inicial y permanente.
La iglesia enfrenta el desafío de repensar y revitalizar la vida consagrada. La crisis vocacional actual es un llamado a reflexionar sobre la importancia de la vida espiritual, la comunidad y el cuidado emocional en el camino de la fe.
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