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Cristo Vive, Grita el Papa Silencioso

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • hace 9 horas
  • 4 Min. de lectura
Aunque no pudo celebrar la misa ni leer su propia homilía, Francisco estremeció la plaza San Pedro y al mundo entero con un mensaje que atravesó el dolor, la guerra y el silencio. En esta Pascua, su voz se volvió eco de esperanza: Cristo venció, y con Él, todo vuelve a empezar.
 
Papa Francisco
Francisco bendijo y saludó a los presentes en la plaza San Pedro.

No ofició la Misa. No leyó su mensaje. Y sin embargo, Francisco fue el alma de este Domingo de Pascua. En una jornada colmada de símbolos, silencios y lágrimas, el Papa que camina herido —pero no vencido— dejó al mundo entero sin palabras. A pesar de sus problemas de salud, se asomó al papamóvil y luego al balcón central para bendecir al mundo con una sola frase que lo resumió todo:

“¡Cristo ha resucitado, y con Él, la esperanza!”
 
Pedro Kriskovich
 
EL PAPA QUE NO HABLÓ… HABLÓ MÁS FUERTE QUE NUNCA

El cardenal Angelo Comastri fue el encargado de leer la homilía escrita por Santo Padre  para la misa en la plaza San Pedro. Pero fue el corazón del Papa el que dictó cada línea.

Mientras el cirio pascual resplandecía como un faro entre la multitud, los peregrinos contenían la respiración: Francisco estaba allí, invisible en el altar, pero visible en cada palabra pronunciada. Porque su mensaje fue directo, desafiante, casi profético:

“No busquen a Jesús entre los muertos. ¡Está vivo! Y está en cada rostro, en cada lágrima, en cada esquina del mundo herido.”

Papa Francisco
Arrodillada ante los pies del Resucitado.
LA PASCUA COMO MOTOR DE CAMBIO

Francisco no ofreció una misa triunfalista. No. Esta Pascua no fue un espectáculo, fue una sacudida. En su homilía, advirtió que la Resurrección no es una estatua en un museo, ni un mito reconfortante, sino una fuerza activa que empuja a los cristianos a salir, correr, moverse, buscar.


“¡Corramos como María Magdalena, Pedro y Juan! Corramos hacia el Viviente, hacia quien hace nuevas todas las cosas”, subrayó. Y agregó un reclamo devastador:

“Límpianos del polvo triste de la costumbre. Del desencanto. De la fe cansada.”

Una frase que retumbó como un eco del propio corazón del Papa, un pastor agotado físicamente, pero en plena resurrección espiritual.

 
Casa Betania
 
LA BENDICIÓN QUE HIZO LLORAR AL MUNDO

Luego de la misa, el momento más esperado llegó: Francisco subió al balcón central. Llegó en su silla de ruedas, miró a la multitud que desbordaba la plaza y dijo apenas:

“Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!”

No necesitó más. La voz quebrada del Pontífice, sus manos alzadas y la mirada encendida de lágrimas valieron más que cualquier discurso.


Papa
Reflexivo frente a miles de files. (Fotografía: Vatican Media)

El mensaje Urbi et Orbi, leído por mons. Diego Ravelli, fue una pieza profundamente espiritual, desgarradora y política. Un clamor por la paz que recorrió cada conflicto del planeta.


Francisco denunció con firmeza:

“El amor venció al odio. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. Pero… el mal no ha desaparecido. Solo perdió su poder sobre quienes acogen la gracia de este día.”

Papa

DEL SANTO SELPUCRO A GAZA: LA LUZ DE LA PAZ

El Papa pidió que desde el sepulcro vacío de Jerusalén, la luz de la Resurrección irradie sobre toda Tierra Santa, donde católicos y ortodoxos celebraron este año la Pascua el mismo día. Pidió por los rehenes israelíes, por los niños de Gaza, por las familias cristianas palestinas, por la comunidad judía víctima del antisemitismo, y por todos los pueblos heridos por la guerra.


Su mensaje fue inequívoco:

“La paz no es posible sin libertad religiosa. Ni sin desarme. ¡No más estruendos de armas!”

Habló de Ucrania, del Cáucaso, del Congo, de Myanmar. Nombró a los olvidados del mundo. Imploró un alto el fuego. Y pidió liberar presos políticos y prisioneros de guerra como gesto pascual.

 
Mariano Mercado
 
UNA HOMILIA QUE ARDE ESPERANZA

Lo que hace única esta Pascua no fue solo su contenido, sino su contexto. Francisco, convaleciente, frágil, decidió no quedarse encerrado en la Casa Santa Marta. Decidió mostrarse, aunque no pudiera presidir la Eucaristía.


Ese gesto se convirtió en símbolo de la Resurrección misma: la vida que no se rinde, la esperanza que no se esconde, el amor que no necesita voz para hacerse escuchar.


Uno de los pasajes más impactantes de su homilía fue este:

“Todo es nuevo, Señor, y nada se repite, nada es viejo. […] Danos la alegría de despertarnos cada mañana con ojos asombrados.”

Esas palabras, leídas por otro, pero escritas con tinta de dolor y esperanza por el Papa, encendieron miles de corazones.


Papa

EL GRITO FINAL: ‘CRISTO VIVE, Y CONTIGO, TODO COMIENZA DE NUEVO’

Francisco cerró su mensaje con una frase que bien podría quedar grabada en mármol sobre los muros del Vaticano:

“Contigo, Señor, todo es nuevo. Contigo, todo comienza de nuevo.”

Y con esa certeza, el Papa que no pudo caminar al altar, caminó en el alma de millones. Saludó desde el papamóvil, acarició con la mirada a los enfermos, los niños, los peregrinos. Y se retiró, dejando atrás un silencio más elocuente que cualquier homilía.


Papa
miles de personas se emocionaron a volver a al Pontífice recorriendo la plaza San Pedro en el Papa Móvil.
¿QUE VIMOS HOY?
  • Una homilía pascual profunda, escrita por un Francisco que sigue encendiendo fuegos en la Iglesia.

  • Una bendición Urbi et Orbi conmovedora, que nombró cada herida del mundo.

  • Un Papa que no se rinde, que aunque no pueda presidir, guía, ilumina y conmueve.

  • Una Pascua que no fue liturgia, sino resurrección viva y verdadera.

 
gin
 
¿QUE NOS DEJA ESTA PASCUA?

Que Cristo vive, sí. Pero también que su Iglesia sigue latiendo. Y que mientras Francisco respire, aunque sus piernas tiemblen, la fe no será una estatua, sino una carrera. Una carrera al sepulcro vacío. Una carrera al rostro del hermano. Una carrera a la esperanza.

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