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Benedicto XVI, el papa que renunció por amor a Cristo y la Iglesia

Joseph Ratzinger fue el Pontífice que guio a los católicos entre 2005 y 2013 cuando supo dar un paso al costado por el bien de la Iglesia.
 

Benedicto XVI saludo al padre Aldo Trento. (Fotografía de archivo - 2009).


Por Juan Marinangeli

"Después del gran papa Juan Pablo II los cardenales me eligieron a mí, un humilde trabajador en la viña del Señor. Me consuela el hecho de que Dios sabe trabajar aún con elementos insuficientes. En nombre del Señor Resucitado sigamos adelante. Dios nos ayudará y su Madre María estará a nuestro lado.”


Humildes e inolvidables palabras de Benedicto XVI —fallecido hoy a los 95 años de edad—ante una multitud que colmó el 15 de abril de 2005 la plaza San Pedro para ser testigos del inicio del pontificado del “cooperador de la Verdad”, como lo destacó el lema que escogió para estar durante ocho años como guía de la Iglesia católica.


El “Papa teólogo” denunció valientemente la dictadura del relativismo y fue el primero en incluir en sus saludos navideños a nuestro dulce idioma guaraní.

 
 

También en un mundo que mata por el poder física y moralmente, él sin embargo renunció al poder por amor a Cristo y a la Iglesia. Amó a la Iglesia y al mundo con su sabiduría y oración permanentemente.


En sus últimos años vivió en silencio y oración ofrecidas permanentemente en la cotidianidad y contemporaneidad de la realidad.

 
 

Agradecemos a Dios por el don de su vida y a él por el testimonio de haber vivido en un permanente “sí” a la voluntad Divina.


Como él lo dijo, hoy vive el encuentro para el que se preparó toda la vida: cara a cara con el Juez, que es también el amigo que nos espera y nos ama.


Alabado sea Jesucristo. Por siempre sea alabado.

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