Marcelo Pérez, sacerdote y defensor de los pueblos indígenas en Chiapas, fue asesinado el pasado domingo tras recibir múltiples amenazas. El crimen resalta el peligro latente que enfrentan los líderes religiosos en una región dominada por el crimen organizado.
Una comunidad, entre lágrimas y dolor, despidió al sacerdote Marcelo Pérez, comprometido con los necesitados.
El padre Marcelo Pérez, un sacerdote comprometido con la defensa de los pueblos indígenas y la lucha por la paz en Chiapas, fue brutalmente asesinado el pasado 20 de octubre.
Dos hombres armados lo atacaron mientras salía de la parroquia de Cuxtitali, donde acababa de oficiar una misa. Los atacantes dispararon a quemarropa, dejando sin vida al líder religioso, conocido por su incansable activismo y su cercanía con las comunidades vulnerables.
Un trágico desenlace anunciado
El presbítero había recibido múltiples amenazas debido a su labor como mediador en los conflictos entre grupos indígenas y por su denuncia constante de la violencia que azota a la región.
En sus últimas declaraciones, advirtió que "Chiapas es una bomba de tiempo", refiriéndose al aumento de la violencia y el desplazamiento forzado en la región. Sin embargo, su valentía y fe lo llevaron a seguir trabajando por la paz, aun cuando su vida estaba en peligro.
Padre Marcelo Pérez, defensor de los vulnerables.
El drama de ser sacerdote en México
México es uno de los países más peligrosos para los sacerdotes y líderes religiosos. Desde el 2013, al menos 30 sacerdotes fueron asesinados, muchos de ellos en circunstancias similares a las de Pérez: en regiones donde el crimen organizado tiene un control abrumador. Según el Centro Católico Multimedial, la violencia contra el clero en México fue en aumento en los últimos años, y Chiapas es una de las zonas más afectadas por esta situación.
A sangre fría
El asesinato ocurrió en San Cristóbal de las Casas, una ciudad marcada por los conflictos entre cárteles y grupos paramilitares. Tras la misa en Cuxtitali, el padre Pérez se dirigía a la iglesia de Guadalupe cuando dos hombres en motocicleta abrieron fuego contra su camioneta.
El sacerdote murió en el lugar, y los responsables huyeron sin dejar rastro. La Fiscalía General del Estado inició una investigación, pero hasta ahora no se identificaron a los responsables del crimen.
Un pueblo llora a Pérez.
Un defensor de los pueblos indígenas
Nacido en San Andrés Larráinzar, el padre Marcelo Pérez era miembro de la comunidad indígena tzotzil. Durante más de 20 años, trabajó incansablemente por la paz y la justicia en una región devastada por la violencia y la corrupción. Organizó marchas contra el crimen organizado y ayudó a mediar en conflictos entre comunidades indígenas y grupos armados.
A lo largo de su vida, se ganó el respeto y la admiración de su comunidad por su entrega y su lucha incansable por los derechos de los más vulnerables. Sin embargo, su compromiso lo convirtió en un blanco para los grupos criminales que operan en la región.
El llamado de la Iglesia y la justicia
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) condenó enérgicamente el asesinato del sacerdote y exigió una investigación exhaustiva para llevar a los responsables ante la justicia. "La violencia que arrebató la vida del padre Marcelo Pérez no solo golpea a la Iglesia, sino también a toda la sociedad mexicana", señaló la CEM en un comunicado.
Un problema que no cesa
El asesinato del padre Pérez no es un caso aislado. La violencia en Chiapas fue en aumento desde 2021, con el surgimiento de grupos de autodefensa como "El Machete" y el Ejército Civil Indígena, que se enfrentan tanto entre ellos como con otros grupos armados, en una lucha por el control de tierras y recursos. Estos conflictos provocaron el desplazamiento de miles de personas, y la situación se volvió insostenible para muchos habitantes de la región.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas denunció que, desde 2010, más de 14.000 personas fueron desplazadas en Chiapas debido a la violencia. Este fenómeno generó una profunda crisis humanitaria en la región, con comunidades enteras que viven bajo la constante amenaza de grupos armados.
El llamado a la paz y la justicia
El asesinato del padre Marcelo Pérez es un trágico recordatorio de la violencia que azota a México y de la vulnerabilidad en la que viven aquellos que luchan por la justicia y los derechos humanos. Su legado, sin embargo, perdurará en la memoria de aquellos a quienes tocó con su labor pastoral y en la lucha por un Chiapas más justo y pacífico.
La Iglesia llamó a las autoridades a no permitir que el crimen quede impune y a redoblar esfuerzos para combatir la violencia en el país. "Que su sacrificio no sea en vano", expresó la Conferencia Episcopal, recordando que, como el padre Marcelo, muchos otros siguen enfrentándose a un panorama sombrío en su búsqueda de paz y justicia.
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