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  • Foto del escritorCanal Vida

Al cielo en bicicleta

El salesiano Artémides Zatti será canonizado el 9 octubre por el Papa Francisco que recibió esta mañana a miembros de la congregación fundada por san Juan Bosco.
 

Francisco ingresa al aula Paulo VI para mantener un encuentro con la comunidad salesiana, previo a la canonización de Artémides Zatti.


América Latina inscribirá desde mañana en el libro de los santos al italoargentino Artémides Zatti que con su bicicleta, de manera cancina, recorrió la ciudad y la zona rural para llevar su ayuda a los más necesitados del sur del país del Papa Francisco, que está mañana recibió en el aula Paulo VI del Vaticano a la familia salesiana y les señaló que el futuro “santo enfermero” “es un ejemplo de vida evangélica al servicio de los pequeños y de los pobres”.

 
 

DE ITALIA A ARGENTINA

Artémides Zatti nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto (Regio Emilia, Italia), la pobreza por la que transitaba su familia los llevó a subirse al barco que los trasladó a Argentina en 1897, 22 años después de la llegada de los salesianos a ese país.


“El trabajo intenso y la disponibilidad incansable para atender las necesidades de los pobres estaban animados por una profunda unión con el Señor, mediante la oración constante, la adoración eucarística prolongada y el rezo del rosario.” (Papa Francisco)

Los Zatti se establecieron en la ciudad portuaria de Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires) donde el futuro santo comenzó su idilio con el Señor a través de la familia salesiana que se dedicaba a la educación y evangelización de los más necesitados de la sociedad.


En el encuentro, además de cardenales, miembros del consejo general y obispos salesianos, estuvo el rector mayor de la congregación fundada por Don Bosco, Ángel Fernández Artime.


A diferencia de otras familias inmigrantes que se alejan de la fe producto de la vorágine que los subyuga con el fin de salir de la marginalidad, en la casa de Artémides “la participación en la vida de la comunidad cristiana —explicó el Papa—, las relaciones cordiales con los sacerdotes, la oración común y la frecuencia de los sacramentos no disminuyeron”.


“Artémides creció en un óptimo ambiente cristiano y, gracias a la guía del padre Carlo Cavalli, maduró su opción por la vida salesiana”, indicó el Pontífice.


La familia Zatti en Bernal, en 1899. De izq. a der., primera fila: Herminio, Florinella, Albina Vecchi (mamá), Delfina, Luis Zatti (papá) y Teresa. Atrás: Ildegarda, Artémides, Pompeo y Eliseo.



LLAMADO Y COMPROMISO

Su cercanía al carisma de Don Bosco y su amor a Dios lo llevaron a tomar la decisión de ingresar, con 20 años de edad, en la casa de formación salesiana en Bernal (provincia de Buenos Aires), donde le confiaron el cuidado de un joven sacerdote con tuberculosis, enfermedad que contrajo.


“Artémides con su ejemplo y su consejo formaba a las personas, forjaba las conciencias, convertía los corazones.” (Papa Francisco)

Lo enviaron en 1902 al hospital "San José" (Viedma, Río Negro), allí le pidió a María Auxiliadora la gracia de la curación con la promesa de dedicar toda su vida al cuidado de los enfermos.


Zatti (primero de izq. a der.) en la sala de operaciones del hospital "San José". (1936)


“Gracias a la curación obtenida por intercesión de María, Artémides dedicó toda su vida a los enfermos, sobre todo a los más pobres, a los abandonados y a los descartados, explicó el sucesor de Pedro e indicó que los hospitales "San José" y "San Isidro" fueron un recurso sanitario valioso y único, “especialmente para atender a los pobres de Viedma y de la región de Río Negro”: “el heroísmo de Zatti los convirtió en lugares de irradiación del amor de Dios, donde el cuidado de la salud se volvió experiencia de salvación”.

 
 

AMOR AL PRÓJIMO

El italoargentino luego de recuperarse de la tuberculosis, en 1908 ingresó a la congregación salesiana como hermano coadjutor y empezó a ocuparse de la farmacia anexa al hospital “San José”, la única del pueblo.


En el nosocomio comenzó a difundirse entre los enfermos su bonhomía y amor al Señor por medio del servicio al prójimo, en quien veía el rostro de Cristo.


Su día arrancaba a las 4.30, con meditación y Santa Misa, más tarde visitaba a los internados en el pabellón del hospital. Después agarraba su bicicleta y recorría la localidad visitando a los enfermos.


Zatti hizo la profesión perpetua el 18 de febrero de 1911 y quedó, desde entonces, parcialmente, a cargo del Hospital. Desde 1913 en adelante asumió la total responsabilidad del nosocomio.


Luego del almuerzo y descanso, de 14 a 16 se disponía a ver nuevamente a los convalecientes internos y externos. A partir de las 20 estaba en la farmacia, hasta las 23 que tomaba un tiempo para estudiar y sus lecturas ascéticas, para por último ponerse a descansar.


"Zatti, nuestro hermano", cortometraje sobre la vida del "santo de la bicicleta".


“El hospital y las casas de los pobres, que visitaba noche y día desplazándose en bicicleta, eran la frontera de su misión. Vivía la donación total de sí a Dios y la consagración de todas sus fuerzas al bien del prójimo, expresó el vicario de Cristo, y destacó que el “trabajo intenso y la disponibilidad incansable para atender las necesidades de los pobres estaban animados por una profunda unión con el Señor, mediante la oración constante, la adoración eucarística prolongada y el rezo del rosario.


“Artémides era un hombre de comunión, que sabía trabajar con los demás; con las religiosas, los médicos, los enfermeros. Y con su ejemplo y su consejo formaba a las personas, forjaba las conciencias, convertía los corazones, subrayó Jorge Bergoglio.

 
 

PROMESA Y ENTREGA

Del episodio de la enfermedad a su curación, en el medio hubo una promesa que la hizo carne: la sanación por intercesión de María Auxiliadora lo llevaron a entregar su vida por y para los pobres.


Francisco explicó que “los tres verbos «creí, prometí, sané» —que pronunció Zatti durante su enfermedad— expresan la bendición y el consuelo que se derramaron en la vida de Artémides”.


“[Artémides Zatti] es un ejemplo de vida evangélica al servicio de los pequeños y de los pobres.” (Papa Francisco)

El “santo de la bicicleta” dedicó 40 años de vida consagrada al servicio de los enfermos en Viedma y Carmen de Patagones, especialmente los más pobres.



En 1950 sufrió un accidente doméstico y tuvo que guardar reposo. Después de unos meses se manifestaron los síntomas de un cáncer. Murió el 15 de marzo de 1951.


En 1977 los obispos de Argentina iniciaron la causa de canonización, y el 14 de abril de 2002 san Juan Pablo II lo declaró beato.


El domingo 9 de octubre ingresará “en bicicleta” al libro de los santos, para continuar su entrega en pos de los enfermos que lo necesiten.

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